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El propósito de Drenthe

DANIEL GUTIÉRREZ
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Finalizó el año 2010 y estrenamos 2011 con la típica reflexión que todo españolito se hace una vez que se toma las uvas, trozos de plátano, mandarina o cualquier derivado, que, acompañado de la pertinente prenda de ropa roja y algo que estrenamos con toda la ilusión que nos ha quitado la crisis. Todos son buenos propósitos. Potenciar nuestras cualidades y mejorar nuestros defectos. Hacer el bien y luchar contra el mal, porque claro, nosotros no vamos a romper ni un plato, que para eso ya está Royston Ricky Drenthe, ese ser humano con pinta de boxeador, que con su tamaño se movería entre peso pluma y gallo, pero que dentro de los terrenos de juego no se muestra tan ligero como debiera y fuera de ellos acostumbra a afilar bien sus espolones para dar el cante e ir en consonancia con su gran afición, que no es otra que la de la música rap, aunque últimamente también nos hemos dado cuenta de que le gustan los programas televisivos en los que se busca una ficticia estabilidad que personas como él no alcanzarán en su vida. Todo menos jugar al fútbol, a lo que se ha negado estos días el holandés porque el Hércules le debe alguna que otra nómina.

Hay que entenderle al pobre. El retraso en el cobro de sus emolumentos parece afectarle como al resto de los mortales los recortes de Zapatero, con la salvedad de que mientras unos acuden periódicamente a sellar su cartilla del paro o extienden hasta el infinito y más allá su lista de acreedores, su preocupación es ver qué reloj de oro le va mejor con su vestimenta o cuál de los deportivos que tiene en el garaje tiene el tanque de gasolina lleno para seguir con sus carreras urbanas de madrugada para seguir demostrando ese intachable profesionalidad que le hizo merecedor de no renunciar a ni a un solo euro de los cerca de 2,5 millones que contempla el contrato que firmó con el Real Madrid. Y claro, así sólo le hace falta un propósito. Ser un poco más honrado y honesto con los demás.