Opinion

Darse de baja

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La salida de Francisco Álvarez-Cascos del PP, formación a la que ha estado vinculado durante 34 años, representa una mala noticia tanto para los populares como para la vivencia democrática de la realidad partidaria. Periódicamente las organizaciones políticas dan muestras de incapacidad para que en su seno puedan convivir sensibilidades o intereses diferentes y para conciliar las legítimas aspiraciones de las personas que las integran. Las fricciones entre los dirigentes del PP asturiano y un referente tan singular como Álvarez-Cascos habían desembocado hace tiempo en una situación de franca incompatibilidad. Algo que al parecer afectaba seriamente a las relaciones entre el ex ministro de Fomento con la dirección nacional de su partido encabezada por Mariano Rajoy. Es posible que la baja de Álvarez-Cascos fuese inevitable para el PP asturiano y para Génova. Pero refleja las dificultades que los partidos presentan a la hora de acomodar dentro de un mismo proyecto a sus líderes más veteranos con quienes van renovando sus estructuras de dirección.