¡Feliz siglo XXI!
Actualizado:Si ha digerido ya el acartonado pavo; si le han reparado ya el empaste de la muela víctima de un rebelde piñón; si ya ha perdonado a su cuñado por los improperios que le dedicó en la estúpida discusión; si ya ha devuelto el regalo que le hizo su suegra y sobre todo, si la resaca le devuelve el tino y la razón, siéntese y reflexione. Ha pasado usted unas fiestas absolutamente intranscendentes ajeno al dolor de los demás.
Si ya ha comprado el cava, convencido de que no es salfumán; si ya se ha mercado el cretino gorrito, el matasuegra, sin ofender, y las uvas; si ya le ha regalado las preceptivas braguitas rojas a su novia para que le traigan suerte, no solamente en sus zonas erógenas, está doctamente preparado para aburrirse como una mona, cretina por más señas, esta noche, también profundamente intranscendente. Sea sincero y confiéselo ante el espejo mañana día uno. Le aliviará más la ácida resaca que el 'bloody mary' con 'alka seltzer'.
Haga lo que le plazca, faltaría más, pero dedique unos segundos a constatar, antes de herir a alguien, involuntariamente doy por hecho, con el taponazo de la última botella de cava que le ha vendido el chino de la esquina, que mañana día uno, o sea, hoy a la medianoche, entra usted en el segundo decenio del siglo XXI. Quítese el gorrito y el bigote primero, el postizo, para que el remordimiento colectivo de haber tirado a la basura diez años de este siglo que debía ser la centuria en que emergiera la civilización del ocio cultural, para que no le sorprenda vestido de cretino. Si no se sonroja de vergüenza, renueve inmediatamente el carnet de socio de la Cultural Leonesa. Si al llegar a la secretaría del club le informan que éste ha sido liquidado, vuélvase a poner el gorrito y el bigote para aliviarse del disgusto y hágase socio del club micológico, si le queda cerca, pues siempre será más instructivo y saludable conocer algo de toxicología silvestre, que llevarse siempre el inveterado berrinche con otro injusto penalti, teniendo que soportar las mofas de su necio cuñado.
En suma, querido amigo, que si usted prefiere seguir ciscándose en los ritos y en los mitos sustantivos, en las tradiciones patrimoniales, en el sosegado placer del compromiso con la existencia inquieta, en el respeto a usted mismo y al prójimo, en el alivio que supone leer un libro, siga vestido de ridículo mandarín de guardarropía y olvídese de sus responsabilidades para con la historia, la cultura y el prójimo. Siga siendo feliz. Un feliz cebollino.