La nieve deja aislada la costa este de EE UU
La ola de frío colapsa las infraestructuras de Nueva York, Boston y Filadelfia con un manto blanco de hasta 75 centímetros de espesor
NUEVA YORK.Actualizado:Las sucesivas oleadas de frío, nieve y hielo que golpean sin cesar amplias zonas del Hemisferio Norte desde comienzos de diciembre habían tardado en dejar su huella virulenta en las áreas más pobladas de Norteamérica. Pero lo que los meteorólogos habían etiquetado como una nevada sin grandes consecuencias se transformó el domingo en una de las perores tormenta de la última década, dejando semiparalizada una amplia franja del noreste de EE UU, desde la sureña Georgia, donde pocas veces en su historia han alcanzado temperaturas bajo cero, hasta las grandes metrópolis como Nueva York, Filadelfia o Boston, cuyos servicios básicos no daban abasto ayer para devolver la normalidad a las calles.
Aunque ayer amaneció soleado, los fuertes vientos de hasta 70 kilómetros por hora y la gran cantidad de nieve acumulada hacían muy complicado cualquier tipo de desplazamiento por tierra y aire. Con los tres grandes aeropuertos que sirven a la ciudad de los rascacielos cerrados -su apertura estaba prevista para la tarde de ayer-, tramos de metro, ferrocarril y autopista completamente inoperativos, millones de ciudadanos sufrieron en su carnes las consecuencias del temporal. Muchos de ellos se vieron atrapados sin posible escapatoria en las terminales aeroportuarias.
No sólo les habían cancelado sus vuelos en unas fechas tan señaladas, sino que los sistemas de transporte público que podrían devolverlos a las ciudades se hallaban también muy disminuidos. Varios autobuses se quedaron atascados en autopistas llenas de nieve y más de un centenar de pasajeros pasaron la gélida noche varados en un tren del metro en Queens sin calefacción. Ni siquiera el sistema de transporte subterráneo de la ciudad de Nueva York, generalmente muy fiable en las condiciones invernales más adversas, pudo con el temporal. Christopher Mullen, atrapado un vagón durante más de seis horas, se quejó de la dura experiencia que tuvo que atravesar. «Sin comida, sin agua, con mucho frío y sin saber cuánto iba a durar la pesadilla. Eso es lo que más ha molestado a la gente», declaró al canal local de noticias NY1. Entre los héroes de la jornada sobresalieron algunos esforzados taxistas que pese a la práctica imposibilidad de circular resultaron de los pocos medios disponibles para los que no tenían más remedio que moverse.
Al otro lado del Atlántico, la situación no era mucho más fácil para las miles de personas que trataban de embarcar en los principales aeropuertos europeos con destino a Norteamérica. Desde los atentados del 11 de septiembre cuando se cerró el espacio aéreo de EE UU no se había producido en el área de Nueva York un parón similar.
En total, una docena de estados afectados luchaban por recuperar el pulso de sus principales servicios y restaurar cierta sensación de normalidad y hasta de seguridad en amplias zonas donde la Policía tiene problemas para operar. Desbordados por los problemas, los gobiernos de Virginia, Maryland y Massachusetts declararon el estado de emergencia, mientras las dos Carolinas y Florida sufren más de lo normal dado el rigor inusual de las bajas temperaturas.
Rebajas amenazadas
Con hasta 74 centímetros de nieve en las calles de Nueva York, Boston, Nueva Jersey o Filadelfia, lo recomendable es no moverse de casa salvo por causas mayores. La recomendación de las autoridades tiene unas consecuencias nefastas para las tiendas y los comercios que temen que el temporal congele las ventas en una época de las rebajas postnavideñas, tradicionalmente el periodo con más movimiento del año.
En muchos puntos de la ciudad se ha llegado a acumular más de medio metro de nieve por lo que una de las escenas más habituales de la jornada era contemplar a cientos de esforzados conductores tratando de desenterrar sus vehículos. En Central Park, con una cota de 70 centímetros, cientos de niños aguardan ansiosos que se aclaren un poco las calles para lanzarse con sus trineos por las amplias pendientes del espacio verde neoyorquino.