Sociedad

Vargas Llosa y la novela del Nobel

El premio ha coincidido con la publicación de 'El sueño del celta', una enérgica denuncia del colonialismo

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Vargas Llosa le ha hecho un doble regalo a nuestro país en estos días. Le ha regalado un Nobel de Literatura ya que posee la nacionalidad española, que comparte con la peruana, y ha hecho uso de la autoridad moral que le da su condición de latinoamericano para abordar el tema colonial en 'El sueño del celta' sin los habituales y demagógicos maniqueísmos a los que estamos acostumbrados. Vargas Llosa no ha exculpado a España de sus responsabilidades históricas, pero, ha sabido, sin embargo, denunciar el colonialismo como hecho execrable en general a través de dos ejemplos no menos históricos ni menos elocuentes como el de Bélgica y el de Gran Bretaña.

A comienzos del siglo XX Sir Roger Casement (1864-1916), el héroe de este libro, viajó al Congo Belga para informar al Foreign Office de la política de Leopoldo II en la explotación del caucho y después a la Amazonía peruana con una misión semejante pero esta vez referida a la propia Inglaterra. Los informes y diarios que escribió sobre el criminal trato a los indígenas son una de las primeras denuncias del colonialismo europeo y un impagable alegato en defensa de los derechos humanos.

Por esa tarea Casement recibió el reconocimiento de la monarquía británica, pero su suerte cambió cuando abrazó la causa de la independencia de Irlanda y fletó un buque cargado de armas con el objetivo de hacer triunfar el Levantamiento de Pascua de 1916 en Dublín. La novela empieza por el final, por la imagen de Casement esperando su ejecución o el indulto que nunca llegó en la cárcel de Londres, y traza un retrato del héroe verosímil por complejo y realista, carente de idealismo pero capaz de lavar su figura de la basura que arrojaron sobre él.