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Cuenta atrás para Costa de Marfil
El caos y la violencia postelectoral empujan a la república africana a una nueva guerra civil como la que la desangró hace una década
Actualizado: GuardarLaurent Gbagbo es un hombre transparente. Tan diáfano, que rechaza ser maquillado cuando aparece en televisión. Según explica en su web personal, esa pretensión de enfrentarse a los focos a cara descubierta tiene como objetivo que el pueblo lo descubra tal y como es y no cómo se quisiera que él fuera. Los últimos acontecimientos han demostrado que no hace falta que abrase su cutis. El presidente de Costa de Marfil ha revelado con meridiana claridad que el fin perseguido por él y sus acólitos es perpetuarse en el poder, incluso a costa de arrastrar al país a una nueva guerra civil.
El Estado africano parece encontrarse ante una cuenta atrás hacia la reanudación de la contienda que ya sufrió entre 2000 y 2002. Los comicios que debían conducir hacia la reconciliación de un territorio dividido de facto han desencadenado una gravísima crisis con dos presidentes, uno en el poder y otro recluido en un hotel asediado. La ONU habla ya de 200 víctimas entre muertos y desaparecidos, pero la cifra es provisional dada la limitación de movimientos que sufren los representantes de la organización.
La historia se repite. Hace diez años, otras elecciones presidenciales y los mismos protagonistas dictaminaron la tragedia. Aquellas votaciones pretendían sancionar la conversión de una república de tradición dictatorial en un régimen democrático, pero la experiencia falló y quebró no solo la ilusión, sino también la unidad política. El hoy internacionalmente repudiado Gbagbo representaba la esperanza por su pasado de oposición a Felix Houphouët-Boigny. Al igual que en esta ocasión, su triunfo resultó cuestionado. La deslegitimación provino del rechazo de la candidatura de Alassane Ouattara, su principal rival, con el pretexto de su origen burkinabés.
Además, el presidente llamado a modernizar la estructura se reveló poseedor de los peores vicios para la convivencia. Como un Milosevic trasplantado al trópico, su postulado ideológico se sustentó en una ideología nacionalista, autoritaria y xenófoba, toda una provocación en un país con más de cinco millones de inmigrantes.
Divisiones
La represión y la extensión de la corrupción caracterizaron su primer mandato, golpeado por una rebelión frustrada que desembocó en guerra civil. La contienda provocó la división militar entre el norte, controlado por los rebeldes, y el sur, en manos de las fuerzas gubernamentales.
Costa de Marfil ha sido tradicionalmente la cabeza de puente de París en África Occidental. El Elíseo ha mantenido un indisimulado ascendiente tras la independencia formal de la antigua colonia. La importancia de los intereses económicos y políticos galos ha propiciado una situación de tutela. Todo parece indicar que Francia, la ex metrópoli siempre presente, y Nigeria, potencia regional, maniobran para convencer a Gbagbo de la conveniencia de un exilio dorado. De su capacidad de persuasión, o quizás de una promesa de impunidad, pueda depender la paz en Costa de Marfil.