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TRADICIONES RECIENTES

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Algún filósofo buscó la felicidad en la costumbre. No la encontró, por supuesto, y esa circunstancia le permitió seguir buscándola, que es lo que más le gusta a los que pertenecen al gremio. Las fechas que se están acercando «sin parar un punto» reciben sin protestar el calificativo de tradicionales, pero los hábitos cíclicos no siempre son equivalentes al progreso hereditario, ni el respeto al pasado deber ser confundido con la arterioesclerosis. De todas formas, hay que reconocer que la tradición no se improvisa y acaso conscientes de ello estamos incorporando nuevas. ¿No será una de las tradiciones españoles asesinar mujeres? Van setenta y tantas, pero el guarismo puede alterarse de aquí a Nochevieja. Eso de matar sí que es una tradición universal. Nosotros la revisamos gracias al albañil de Olot, que no se cargó a su señora, sino a sus señores jefes, que no le pagaban. Lo que pudiéramos llamar «el espíritu de Puerto Urraco» sigue gravitando por nuestros páramos. Machado habló de ese hombre del casino provinciano que sólo se anima relatando «la hazaña de un matón, sangrienta».

En un intento de innovar se quiere cimentar a las tradiciones más recientes. ¿Cómo no organizar respuestas conjuntas de los trabajadores? Les falta el dinero en la misma proporción que la razón les sobra. No les ha gustado lo de elevar a los 67 años la jubilación, aunque se haga con excepciones, ya que no todas las tareas requieren el mismo esfuerzo físico. La verdad es que las excepciones nunca confirman la regla: la perturban. Una regla sin excepción es la que dicta que todos los nacidos son mortales. No ha fallado. Tampoco van a fallar las manifestaciones. Son de lo único que vamos a hartarnos el año que viene.