Couso frente a todos
La familia del cámara de Telecinco, embaucada por la hipocresía del poder
Actualizado: GuardarLos cables sobre el 'caso Couso' de la Embajada estadounidense en Madrid regentada con aparente bonhomía por el cubano-americano Eduardo Aguirre constituyen un monumento al cinismo del poder. Wikileaks ha destripado el doble juego, la 'real politik' y otros presupuestos de simulación que forman parte de la arquitectura del lenguaje de los Gobiernos. Palo y zanahoria con determinados países, notas oficiales plagadas de patrañas y triple distracción para fingir una diplomacia comprensiva donde no hay otra realidad que el puño de hierro con guante de seda. Se puede llegar a entender que la Embajada de la calle Serrano le pase la mano por el hombro al Moratinos de turno lamentando la tensión de España con Marruecos mientras desde la capital del Imperio envían a Mohamed VI valijas diplomáticas repletas de hamburguesas con microfilms de apoyo al Reino.
Se puede entender que la diplomacia del palacio de Santa Cruz se ufane de soberanía nacional ofendida mientras bombardea a la Secretaría de Estado de Condolezza mendigando una cita y una instantánea en el despacho oval. Pero no se puede entender que los cables entre Madrid y Washington construyan una telaraña de guiñoles para confundir a la indefensa familia del camarógrafo abatido . No se puede imaginar peor traición a la lealtad patriótica que hacerse la foto con la familia de José Couso prometiendo llevar la investigación de su muerte hasta el final y descolgar minutos después el teléfono para asegurar al embajador que se trabaja para que no prosperen las órdenes de detención de los militares implicados. Alguien habrá recordado una frase pronunciada por el presidente al llegar a la Moncloa: «no os defraudaré». ¿Eso era el republicanismo cívico? El hermano y la madre creían desde que una mañana de abril de 2003 un obús dejó sin aliento vital a José Couso que el pulso se libraba contra el Pentágono. Pero no podían imaginar que la lucha era más desigual porque su propio Gobierno y la misma fiscalía general habían establecido una connivencia con el 'enemigo' común para obstaculizar el caso. Y conviene no pasar por alto que la máxima instancia de la independencia judicial, el Tribunal Supremo al que la administración americana ni se atrevió a 'tocar', ha reabierto por cuatro veces la investigación contra el criterio de la Fiscalía y la Audiencia Nacional.
La familia de Couso y el Supremo aliados para desentrañar el caso de la habitación 1403 del hotel Palestina y si la muerte de los periodistas Couso y Protsyuk constituyó un ataque contra la población civil como dice el juez Pedraz o «un acto de guerra contra un enemigo erróneamente identificado» como reza la versión oficial. Siete años después la familia sabe al menos quien está de su parte y habrán comprobado en carne propia que la hipocresía política del poder no tiene límites.