El Madrid apela a la heroica para agarrarse a la Liga
Una genialidad de Di María castigó el conservadurismo del Sevilla tras la polémica expulsión de Carvalho
MADRID Actualizado: GuardarA la heroica, merced a una genialidad de Di María cuando jugaba en inferioridad por la polémica expulsión de Carvalho, el Madrid resolvió ante el Sevilla un duelo en el que ya veía escaparse al Barça a cuatro puntos, una distancia sideral tal y como están ahora los azulgrana. A falta de fútbol y de Xabi Alonso, su insustituible cerebro, los de Mourinho apelaron a la épica para acabar con la resistencia de un equipo hispalense que pocas veces lo tendrá más fácil para puntuar en el Bernabéu. Le mató su poca ambición y una oportunidad lanzada al limbo por el exmadridista Negredo antes de que llegara la bronca general. Quinta derrota consecutiva para los de Manzano que les deja a ocho puntos de la zona ‘Champions’.
Confirmó el choque que el Real Madrid sufre mucho más en sus partidos desde que fue vapuleado en el Camp Nou. Es como si ese varapalo hubiera cortado de raíz la autoestima de los jugadores de Mourinho. Ciertamente, tiene que resultar complicado salir a jugar un día después de que tu máximo rival endosase una manita a los ‘pericos’ en un derbi catalán en el que confiaban los merengues para recuperar el liderato.
Más allá de posibles problemas anímicos, los blancos padecieron limitaciones futbolísticas. Acusaron sobremanera las bajas de Xabi Alonso y Marcelo. El donostiarra porque es el jugador que pone orden, criterio y calidad en el centro del campo, y el lateral brasileño porque es un puñal que penetra entre rivales tan defensivos como este Sevilla de Manzano. Ni Lass, ni Khedira son aptos para mover al Madrid.
Los hispalenses adelantaron la defensa e hicieron caer una y otra vez en fuera de juego a Benzema, muy despistado. Özil tampoco encontraba su sitio, Di María estaba bien vigilado y Cristiano se perdía entre controles y taconazos preciosistas pero poco efectivos. Un tiro lejano del extremo argentino que le hizo un extraño a Palop fue la mejor ocasión local antes del descanso.
Con graves problemas para crear en ese centro del campo tan físico que forman Zokora y Romaric y con hasta ocho jugadores defensivos sobre el césped, el Sevilla perdió un sinfín de balones en la salida. Se apañó mejor cuando directamente la defensa golpeaba en largo para que Negredo se buscase la vida. Y el vallecano superaba por arriba a Carvalho y se las tenía tiesas con Pepe.
Un cabezazo de Escudé, ligeramente desviado, a la salida de un córner, y un disparo final de Romaric, desviado por Casillas y cortado ‘in extremis’ por Pepe, fueron las opciones andaluzas. El duelo se interrumpió ya entre polémica. Los de Manzano reclamaron roja por un agarrón de Carvalho a Negredo y, cuando todos se marchaban hacia los vestuarios, un lío entre los banquillos acabó con el veterano delegado del Madrid por los suelos, tras un empujón propinado por Silvino Louro, el preparador de porteros de su propio equipo. ¡Lamentable!.
No cambiaba el panorama en la reanudación para el Madrid, más bien todo lo contrario. Negredo se plantó ante Casillas, tras arrancar en fuera de juego por centímetros, y lanzó a las nubes. Era una jugada clave. Mourinho recurrió al plan B. Retiró a Benzema, abucheado, y Khedira, buscó más toque y profundidad con Granero y Pedro León, y situó a Cristiano como delantero centro. Poco después, Clos se equivocó al mostrar la segunda amarilla a Carvalho porque no golpeó a Negredo con el brazo sino con la cabeza, de forma involuntaria. El central luso, empero, pudo haber sido expulsado antes por dos faltas consecutivas.
Pasaron los blancos a jugar con tres zagueros y Di María con toda la banda para él. Y apelaron a ese corazón que tradicionalmente le dio resultados. Se reclamó un penalti por agarrón de Escudé a Granero en área pequeña y acto seguido nuevas tarjetas para los blancos. El Bernabéu, poco acostumbrado a estos arbitrajes, clamaba contra Clos. Y de ahí al júbilo cuando Di María superó a Palop en un largo mano a mano en el que el portero debía haber contado con el apoyo de algún compañero. De ahí hasta el final, el Madrid supo perder todo el tiempo del mundo. Hasta desaparecieron los balones de los recogepelotas. Y Dabo se tomó la justicia por pierna. ¡A la calle!