LIZIPAÍNA A ESPUERTAS
Actualizado: GuardarT engo que reconocer que hasta hace bien poco no daba un duro porque Javi López se comiera los polvorones como entrenador del Xerez. Un sector del xerecismo se ha propuesto dinamitar desde el minuto 1 al técnico barcelonés y si no lo ha conseguido aún es por la confianza y el apoyo de su mentor y valedor, Emilio Viqueira, y porque su trabajo serio, honesto y humilde se está traduciendo en unos números que están muy por encima de lo esperado. Llegar a final de año en la zona alta de la tabla y con 27 puntos permite mantener a flote el modesto proyecto de Viqueira y López, mal que a algunos les pese. Algunas de las crónicas del trabajado triunfo ante el Gerona no hacen sino reafirmar la inquina de aquellos que no se están tomando nada bien eso de tragarse sus palabras a base de resultados.
Y es que el mensaje apocalíptico no se sustenta con remontadas como la del viernes. A mí el Gerona de Chapín me recordó una barbaridad al Xerez del Villamarín. Si en Heliópolis le dimos un meneo de padre y muy señor nuestro al todopoderoso equipo de Pepe Mel, es de justicia reconocer que los gerundenses nos sacaron los colores en cuanto a juego, y no estaría de más una reflexión al respecto, más allá de la amnesia que pueda derivarse del resultado final. Sin embargo, al contrario que aquí, en Sevilla no escuché contra el Betis la pitada que ¡¡¡a los once minutos!!! un sector del público le dedicó el otro día a los de Javi López. Con un presupuesto de mitad de la tabla para abajo, un equipo nuevo en sus tres cuartas partes, sin consejo de administración, sin campos para entrenar y un entorno poco favorable dispuesto a pedir su cabeza a las primeras de cambio, al preparador azulino le van a sentar la mar de bien los polvorones que difícilmente van a poder deglutir sus más encendidos detractores. Los tres magos de Oriente se avistan ya en el horizonte con un cargamento de lizipaína que a más de uno le va a venir de perlas.