LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

El reencuentro de Cádiz con su historia científicaXxsxsxsxlllsxsxsxsx xsxsxsxsxsxsxsx

CONTRALMIRANTE Y SECRETARIO TÉCNICO DEL COMITÉ POLAR ESPAÑOL Actualizado: Guardar
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Nos encontramos en las proximidades de un bicentenario que, como el de las Cortes de Cádiz, sobrepasó los limites de la ciudad trayendo a España su primera Constitución. Era una época difícil, las tropas francesas estaban a la vista y la España no ocupada había quedado reducida a la escasa extensión que podemos abarcar dentro de nuestro horizonte visible. No es, sin embargo, mi intención entrar en esta tribuna en lo que, en muchos aspectos, supuso para España esta Constitución, sino que quisiera aprovechar esta conmemoración para recordar otras dos expediciones científicas españolas, igualmente separadas en el tiempo, pero coincidentes en su finalidad.

Desde los primeros pasos del Descubrimiento, España había desarrollado una intensa labor de expansión del conocimiento geográfico de los mares del Sur abarcando desde Filipinas en el oeste hasta Tierra de Fuego en el sur y Canadá hacia el norte. En estas condiciones, en septiembre de 1788, los oficiales de la Armada Alejandro Malaspina y José Bustamante, propusieron la organización de una expedición político-científica alrededor del mundo con el fin de visitar, en gran parte, las posesiones españolas en América y Asia.

Los propósitos de la expedición serían incrementar el conocimiento de las ciencias naturales en la zona, realizar observaciones astronómicas, construir cartas hidrográficas para las regiones más remotas de América incluyendo el estudio de la situación en los dominios de la monarquía española, considerando los distintos aspectos de su realidad.

Durante la expedición alcanzaron el Pacífico Norte, hasta la bahía de Yakutat y el fiordo Prince William en Alaska, cumpliendo el encargo del rey Carlos IV de encontrar el Paso del Noroeste, que se suponía unía a través del Ártico los océanos Pacífico y Atlántico. En su vuelta al sur, y tras recorrer el Pacífico, alcanzaron las islas Marshall, Marianas Filipinas navegando a través de las Célebes y las Molucas para dirigirse posteriormente a la isla Sur de Nueva Zelanda y Sidney, desde donde volvieron al puerto de El Callao, regresando por el Cabo de Hornos a Cádiz el 21 de septiembre de 1794.

A su regreso a España, Malaspina presentó un informe en que además de una masiva información científica incluía observaciones de carácter político mostrándose favorable a la concesión de una amplia autonomía a las colonias americanas y del Pacífico. Este informe le valió ser acusado, por Manuel Godoy, de conspirador revolucionario y condenado a diez años de prisión en el castillo de San Antón de La Coruña, donde falleció en 1810 hace ahora doscientos años. La represalia política de Godoy y la gran labor de difusión de los logros de las expediciones de Cook y La Perouse, que hicieron Francia e Inglaterra, contribuyeron negativamente al reconocimiento internacional de las aportaciones obtenidas en la expedición Malaspina/ Bustamante, cumbre de la Ilustración española, sin que hasta bien entrado el siglo XX la historia haya sabido apreciar la verdadera magnitud de aquella empresa, cuyos objetivos científicos fueron plenamente cumplidos.

Doscientos años han pasado desde la muerte del capitán de navío Alejandro Malaspina y, en ese tiempo, los problemas a que se enfrentan las sociedades han variado drásticamente pasando, de las expediciones geográficas, a pedir a la ciencia una respuesta sobre los nuevos problemas que amenazan a nuestra dañada atmósfera y océano.

El cambio climático tiene su origen en las necesidades de energía de la sociedad industrial y en la exigencia, cada vez con mayor, de que esta se genere sin la producción de gases de invernadero. Las corrientes marinas transportan calor desde el ecuador y los trópicos hacia las altas latitudes y desde las zonas polares heladas los nutrientes afloran hacia la superficie desde los fondos abisales proporcionando el plancton de la cadena alimenticia, base de las industrias pesqueras.

En estas condiciones, considero que en términos generales el estudio del papel del hombre respecto a la naturaleza tiene muy diversas formas, incluyendo el considerar al hombre como una especie más componente del sistema, donde deja sentir su influencia. La oposición íntima entre explotación y sucesión biológica constituye la clave de todos los problemas relacionados con la conservación de la naturaleza.

Por todo ello deberíamos hoy considerar que es imperativo contestar, desde el rigor de la ciencia, a algunas sencillas preguntas: ¿es real que se esté produciendo un cambio climático de origen antropogénico? ¿Cuál es el papel de los océanos, y en especial del Antártico y el Ártico, sobre las oscilaciones que se observan en el clima? ¿Cuál es el efecto de la absorción del CO2 en la atmósfera y en qué parte se absorbe en los océanos? ¿Se está alcanzando el límite de la organizada por capacidad del océano de absorber gases de invernadero? ¿Cómo contribuyen al clima global las corrientes marinas en superficie y en océano? ¿Qué factores controlan las corrientes ascendentes y cuál es su efecto en la distribución de los nutrientes a nivel global? Y nuevamente, desde el mismo puerto de Cádiz que el 30 de julio de 1789 vio partir a las corbetas 'Atrevida' y 'Descubierta' de la expedición Malaspina/Bustamante, hemos visto partir el pasado 15 de diciembre al buque oceanográfico de la Armada Hespérides para iniciar un proyecto de investigación oceanográfica interdisciplinar del Ministerio de Ciencia e Innovación que tiene como principales objetivos estudiar el cambio global y la biodiversidad en el océano.

La expedición se desarrollará entre diciembre de 2010 a julio de 2011, aunando la investigación científica con la formación de jóvenes investigadores y el fomento de las ciencias marinas y la cultura científica en la sociedad, constituyendo una nueva esperanza para el conocimiento que aporta la ciencia española, a los dos siglos de la muerte del capitán de navío Alejandro Malaspina.