La patera de Belén
Actualizado:El niño Jesús este año es niña, se llama Felicidad (Happiness) y ha nacido en un portal de Belén que está en una patera a la deriva en el mar de Alborán, donde una Virgen negra mira al bebé tiritando de frío en brazos de un amoroso San José, de la Guardia Civil del Mar, que le arropa contra su cuerpo para salvarle, trasmitiéndole su calor. Si tiene algún sentido la Navidad es éste: revivir o recordar que la persecución de los poderosos contra los desheredados de la tierra, los inocentes, no acabará nunca.
¿Cómo se les puede negar el derecho a cobrar su pensión, cotizada a lo largo de muchos años de trabajo legal en Europa, cuando vuelvan a su tierra a disfrutar de la vejez ganada? ¿O perder sus derechos laborales al ser trasladados por multinacionales a sus países de origen? No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza a esos parlamentarios, que muy probablemente tendrán un Belén de porcelana fina montado en su salón, no para recordar aquella otra égida, sino para escenificar adecuadamente los ritos de una sociedad donde el prestigio y cariño se adquieren o refuerzan regalando objetos de consumo tan bellos como superfluos. Otra barbaridad que les amenaza estos días tan navideños y fraternales es la amenaza de algunos ayuntamientos catalanes de negarles los papeles que les permiten regularizar su situación por arraigo o conseguir la reagrupación familiar, si, «a su juicio» no son personas ejemplares. Viva la solidaridad y el Estado de Derecho.
Feliz Navidad para Felicidad y todos los nacidos en los muchos belenes de este mundo enloquecido.