Los comercios denuncian una campaña de «acoso y derribo»

«Al principio todo eran buenas palabras y que no nos preocupáramos que abriésemos mientras se realizaban los trámites para las oportunas licencias y ahora ya sumamos más de 7.000 euros en multas». Jesús Bey era el propietario del bar Las Canastas, un negocio asentado y que de la noche a la mañana desapareció al ser expropiado por el tranvía. Ahora tiene otro unos metros más arriba, pero denuncia que está teniendo muchos problemas para remontar el vuelo por la campaña de «acoso y derribo» a la que están sometidos. Cada mañana, tarde y noche se pasa la Policía Local «para comprobar que no usamos la cocina» y hace poco tuvo que cerrar una semana tras estar ocho meses abierto «porque no teníamos licencia d apertura y en tres días van y lo arreglan».

Algo similar le ha pasado al freidor el Nazareno que también está situado en las inmediaciones de Montañeses de La Isla y multado con 600 euros. «Yo llevaba cinco años trabajando y al cerrar lo único que me dieron fueron 1.055 euros de indemnización», afirmó Antonio Aguilar, un empleado afectado por las expropiaciones y el cierre de actividad.