País de velocistas
Actualizado:Siendo pequeños nos enseñaron que la velocidad es igual al espacio partido por el tiempo. Hoy pensamos que produce más intranquilidad partir el tiempo que partir el espacio. Por velocidad podemos entender la «rapidez» con la que se mueve un cuerpo por un espacio; también la capacidad de realizar uno o varios movimientos en el menor tiempo posible. Pertenecemos a un país de velocistas con pilotos de motociclismo campeones del mundo, automovilistas reconocidos, grandes ciclistas y veloces atletas (algunos de éstos demasiado rápidos, como ha destapado la operación 'Galgo'). Muchas personas muestran cierta vehemencia en llegar pronto a sus metas sin importarles mucho los medios; incluso cabría preguntarles si esas metas son las que buscan realmente o las que les imponen los demás. En Física se afirma que la velocidad es un vector con magnitud, dirección y sentido y que cuando un cuerpo está acelerado, su vector velocidad cambia a lo largo del tiempo. Para el estudio de la velocidad necesitamos un sistema de referencia. ¿Y para estudiar nuestra veloz y acelerada trayectoria vital? Vivimos en un mundo obsesionado, y en continuo esfuerzo, por hacerlo todo rápido. Todo lo queremos enseguida, de manera inmediata. Nos mostramos cada vez más incapaces de esperar un tiempo en cualquier situación; no digamos ya nada de nuestro nerviosismo en una sala de espera, en una cola, o al realizar algún trámite. Continuamente estamos pensando en lo que vamos a hacer después y no nos entregamos sosegadamente a lo que hacemos en este momento (leer, en su caso). En nuestro trabajo todo tiene unas fechas y unos plazos determinados. La velocidad es sumamente importante, y más cuando incorporamos la rapidez de respuesta que exigen los correos electrónicos o los teléfonos móviles. Las personas que me rodean y acompañan a diario me echan en cara que desconecto mucho el móvil; no les falta razón pero me ilusiona ser dueño de algo de mi tiempo. El pensamiento creativo y la fluidez de ideas frescas, y las relaciones sociales emprendedoras y fructíferas necesitan tiempo; ni qué decir tiene que aún necesitan más tiempo las relaciones humanas relajadas que nos confortan y las tertulias que ansiamos más profundas. Existe la idea generalizada de que hacer algo con menor intensidad o con cierta lentitud no es productivo, pero actualmente toma fuerza la idea de que hasta para el ejercicio físico y deportivo es muy recomendable la filosofía 'slow' de mayor concentración y equilibrio, que requiere un ritmo menos extenuante y más tonificante. «Todos los placeres son más deliciosos si se toman en pequeños sorbos» (Amos Oz). Todo tiene su «tempo», como en la música y la literatura. La velocidad empequeñece nuestro planeta. Tratemos de nuevo de ensancharlo paseando, caminando y contemplando serenamente los paisajes y sus gentes.