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Jesús Maeso, en el centro, con los asistentes a su intervención en Puerto III :: L. V.
Sociedad

'La fuga' de Maeso en Puerto III

El autor de 'La Cúpula del mundo' mantuvo un encuentro con los presos de la cárcel para celebrar el Día de la Lectura

DANIEL PÉREZ
EL PUERTO.Actualizado:

En la pared del fondo puede leerse 'Almacén 19'. También hay una fotografía antigua, en blanco y negro, del viejo penal de El Puerto. Jesús Maeso habla de literatura sobre el fondo gris de esos muros de piedra. El escenario ha cambiado bastante. El patio ya no es una jaula de mugre y verdín, sino una extensión enorme de cemento, pistas deportivas y piletas ajardinadas. La habitación en la que el escritor imparte la conferencia parece la sala de usos múltiples de cualquier instituto. El techo tiene ocho placas fluorescentes, y las ventanas lucen visillos de oficina. La única particularidad de la cita es que los que lo escuchan, esta vez, son presos.

El Centro Andaluz de las Letras, de la Junta de Andalucía, ha organizado el encuentro en el marco de la celebración del Día de la Lectura. Así que Jesús sabe que lo observa una audiencia «normal, pero distinta», y tiende lazos. «Cuando yo empecé a leer, España entera era un estado carcelario. En aquella realidad dolorosamente fría de la posguerra, incluso a los niños nos resultaba difícil ser felices. Gracias a mi padre descubrí que había una serie de objetos asombrosos que posibilitaban la huida: los libros». El refugio perfecto en el que protegerse. Leer es, más o menos, como cavar un túnel en mitad de la rutina.

Y Jesús recuerda cómo, cuando estaba interno, sometido a las normas rigurosas del colegio, los chavales aprovechaban los paréntesis de estudio para ir a verlo. "Querían que les contara películas. Hasta que un día lo llamó el director a su despacho para reñirle. «El problema no es que usted les cuente historias», le dijo. «El problema es que usted le cambia los finales». Maeso ya no se escapaba leyendo, sino creando, a pesar de aquel intento, pueril pero significativo, de censura.

Turno de preguntas. Los prisioneros han atendido a la charla con una educación exquisita, aunque cabe cierta incertidumbre de por dónde irán los tiros. Uno de ellos deja al autor patidifuso. Es un ucraniano alto y rubio que, con acento eslavo, arrastrando mucho las palabras, le suelta: «George Orwell dijo que quien controla el pasado, controla el presente, y quien controla el presente controla el futuro. Bertrand Russell, por su parte, apunta a que la historia debe siempre reescribirse, porque estuvo sometida a los dictados del poder. Me gustaría saber qué opina». Jesús Maeso, con los ojos como platos, le responde que sí, que es obligación de los investigadores desmontar los mitos y atajar los engaños. Después, acabada la charla, ya en los pasillos, el escritor admitiría: «Ni siquiera en la Universidad me han preguntado algo así».

Antes de cerrar el acto, el educador deja que algunos de los asistentes hablen de forma más distendida con el conferenciante. Uno de ellos le confiesa a Jesús que está utilizando sus libros para aprender español. Otra lo felicita por su uso medido del lenguaje. Un último le pide que le aclare un par de dudas sobre el contexto en el que se desarrolla una de sus tramas. Todos, en cierta forma, están intentando fugarse. Y Maeso agradece, como nunca, que sus palabras sean el camino.