COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

¿QUIÉN ME PISA?

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Antes, en las clases había listos, empollones, torpes y gamberros y no pasaba nada, porque los docentes y los padres trataban con normalidad una situación que reproducía en pequeña escala lo que era el mundo exterior. Ahora, por una especie de reducción al mínimo común denominador están los superdotados, los que tienen trastornos por déficit de atención y los hiperactivos, para escándalo y angustia de unos padres que no saben si tienen un hijo enfermo o un fenómeno nacional. Antes, se iba al colegio a aprender a secas, ahora se va a adquirir competencias digitales, conocimiento e interacción con el mundo físico y a crecer en autonomía e iniciativa personal. Antes un suspenso era un suspenso, ahora es un proceso de maduración que puede aliviarse sin demasiado esfuerzo. Antes no había informes PISA, y ahora somos los últimos de la fila porque en palabras de José Luis Belizón, coordinador provincial de la Asociación de Directores de Institutos de Andalucía, «los alumnos no están acostumbrados a realizar pruebas en las que se miden las competencias lectoras, matemáticas y científicas». Vaya por Dios. Nadie se escandaliza ya por porque nuestros niños no entiendan que el caballo blanco de Santiago sea blanco, o porque desconozcan que hay vida más allá de Despeñaperros, nadie se sorprende porque nuestro sistema educativo sea un mamarracho. También a esto hemos dado curso de normalidad. Ahora, como cada año, llega el momento de las lamentaciones y de las buenas intenciones. Seguiremos mejorando, avanzando, ya se acostumbrarán los alumnos a lo de las competencias básicas. Total, mientras sí o mientras no, seguirán saliendo de los colegios promociones de vagos, de flojos, de ignorantes y de desinformados. Tampoco nos escandaliza, en el fondo pensamos que la cosa no ha cambiado tanto, al fin y al cabo siguen reproduciendo en pequeña escala el mundo exterior.