Miedo a volar
Actualizado:La huelga de los controladores, que dejó tirados a miles de pasajeros y ocasionó pérdidas millonarias al sector turístico, junto con la posterior Declaración del Estado de Alarma, medida que se toma por primera vez en la historia de la democracia española, están ocupando las primeras páginas de los periódicos y gran parte de los debates televisivos, convirtiéndose en el gran tema de discusión en nuestro país. Mientras tanto, las fiestas navideñas, con sus previsibles desplazamientos, se van acercando. Se discute si el Gobierno sabía lo que iba a pasar tras anunciar, el viernes de inicio del puente, que en el cómputo de horas máximas anuales no se incluían ni los permisos ni las bajas. Se debate si está justificada la militarización de las torres de control y su constitucionalidad. Se analiza si la anunciada privatización ha influido en el conflicto. Se barajan diversas cantidades para los sueldos que ganan los controladores, que varían, según quien lo diga, desde los 330.000 a los 40.000 euros anuales, pasando por todas las cifras intermedias posibles. Se polemiza sobre si el colectivo constituye una casta de privilegiados, o si se está atentando contra los derechos laborales de un grupo de trabajadores. Pero de lo que apenas se ha hablado en estos días es del tema de la seguridad. A mí es una cuestión que me preocupa, probablemente porque formo parte de ese grupo de población que tiene pánico a volar, personas a las que la temperatura les baja unas décimas horas antes de coger un avión, que adoptan posición fetal en el momento del despegue y del aterrizaje, y que le dan el viaje al pobre pasajero que tiene la desgracia de ocupar el asiento contiguo. A este grupo de personas nos gustaría saber el número de aviones que un controlador puede vigilar sin riesgo para los viajeros, los tiempos de trabajo que garantizan que el personal de las torres está en situación óptima para atender la seguridad aérea, y si realmente se están cumpliendo las condiciones para que podamos volar tranquilos, condiciones de seguridad que deben, o deberían darse, en el trabajo de todos aquellos profesionales que tratan con la vida de las personas, al fin y al cabo, lo más importante que tenemos.