Berlusconi se la juega a la ruleta rusa
Dimitirá si pierde hoy una ajustada moción de confianza y aunque gane le será difícil evitar unas elecciones igual de inciertas
ROMA.Actualizado:Italia lleva siete meses esperando que en la política nacional ocurra algo que aclare las cosas y se entienda de una vez hacia dónde va un Gobierno renqueante y un cuadro general empantanado. Parece que hoy por fin será el día, aunque no es para hacerse ilusiones. Se vota una moción de confianza contra el primer ministro, Silvio Berlusconi, que con todo su suspense por lo incierto del resultado solo es un trámite para pasar a otra fase igual de confusa, aunque al menos se cambia el decorado. El magnate superará el veto en el Senado sin problemas, pero puede perder en la Cámara de Diputados, donde la ruptura de su antiguo aliado Gianfranco Fini le arrancó 35 escaños que le dejaron en minoría... si no fuera por la reciente ayuda generosa de algunos tránsfugas. Gracias a ellos, que han hecho el recuento muy apretado, y a tres diputadas embarazadas de la oposición que salen de cuentas justo esta semana, el resultado está en el aire. La votación es a mediodía y a las dos de la tarde estará todo resuelto. Pero, pase lo que pase, sólo se habrá creado otro lío fenomenal para las próximas semanas cuyo final será probablemente unas elecciones anticipadas.
Berlusconi intervino ayer en las dos cámaras con un tono conciliador, con ofertas de todo tipo, para intentar robar algún diputado indeciso a Fini, pero parece todo decidido. Si pierde deberá dimitir y el jefe de Estado, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, decidirá qué hacer. Aunque la opinión del 'Cavaliere' es que se deberían convocar elecciones anticipadas, pues no concibe un Gobierno de su mayoría que no sea presidido por él y mucho menos otro con otros partidos. No obstante, sobre el papel, Napolitano debe comprobar si hay una mayoría que pueda gobernar, o si existe el consenso para un Ejecutivo técnico de transición, cuya misión sería cambiar un sistema electoral desastroso. En cualquier caso se ven las urnas en un futuro inmediato. Una derrota de Berlusconi sería, en todo caso, por muy pocos votos y esa mayoría alternativa sería tan frágil como la suya.
Por eso una victoria hoy del líder del centroderecha tampoco es para que tire cohetes, solo le da el gustazo de sacudir en los morros a sus rivales. Sería por uno o dos votos y así no va a ninguna parte. Casi le conviene más perder e ir a las urnas como víctima, con la figura honorable de alguien traicionado. Salvo un pacto posterior con Fini, que hasta ahora ha sido imposible, para alargar la legislatura, lo lógico sería que Berlusconi cerrara la barraca y pidiera elecciones anticipadas. Su socio, la Liga Norte, presiona por esta opción. Su líder, Umberto Bossi, lo reiteró ayer: «Con un solo voto de diferencia no se gobierna».
Vértigo de Fini
Por todo ello la atmósfera ya es preelectoral, aunque nadie tiene ganar de ir a las urnas. Es más, muchos quizá se mueran de miedo, como el propio Fini y su nuevo partido, Futuro y Libertad (FLI), que no sabe qué será de él, o el principal partido de la oposición, el Partido Demócrata (PD), en perpetua construcción. La razón es que el resultado de unas nuevas elecciones es un misterio y además puede simplemente repetir un Parlamento bloqueado, con una mayoría insuficiente para el ganador o un triunfo en una sola cámara.
En realidad lo que se juega hoy es el futuro del centroderecha berlusconiano, en descomposición tras 17 años de andadura, y empiezan en serio los experimentos de un nuevo centroderecha sin Berlusconi. «Romper la unidad de los moderados es algo que va contra la historia del país», advirtió ayer el magnate de forma apocalíptica. Hace tres años le dejaron los democristianos de Pierferdinando Casini (UDC) y ahora ha sido Fini, que incautamente se dejó fagocitar en el PDL con su formación, AN. Un año después salió rebotado pero con la mitad de sus hombres y sin partido. Berlusconi y Fini se pelearon en público en abril y llevan desde entonces escenificando un culebrón de ruptura y despecho que no termina nunca.