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Opinion

Güichileaks

ENRIQUE MONTIEL
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Esn la edición de hoy de este diario iba a salir un reportaje de investigación sobre diversos documentos de España filtrados por Wikileaks. Curiosamente, poco antes de su impresión, toda la información desapareció y sólo unos pocos afortunados pudimos acceder a ella. Voy a tratar aquí de plasmar todo lo que leí por aquello del scripta manent -no sé si harán desaparecer este artículo también las fuerzas censoras de la oscuridad- puesto que la importancia de los datos era manifiesta. Al parecer la organización de Julian Assange, cuya única razón de vida es la filtración de secretos de Estado (y no de alcoba, como nos gustaría), creó en diciembre de 2009 una célula hispana centralizada en un ciber-güichi de Madrid y, desde ahí, ha venido accediendo ininterrumpidamente a las comunicaciones de gobierno y oposición.

Pudimos ojear sin reparos que, tras las navidades, Rodríguez Zapatero aducirá razones personales para anunciar que no se presentará de nuevo a la presidencia, anunciando que su sustituto será Rubalcaba. Ese es el motivo por el que le han obligado a aparentar 'Leadership' para dirigir el rumbo de la nación en la crisis de los controladores. Otro de los cables filtrados daba cuenta de que, a la hora de redactar el Decreto-ley declarando el estado de alarma, la persona que transcribía se equivocó de artículo de la Constitución y no puso el de «excepción», que era el que correspondía. Dicha persona no ha sido cesada, de hecho los cables expresan que próximamente será ascendido a un cargo ejecutivo.

Los cables de la oposición aclaraban que Mariano Rajoy no ha dimitido porque deseaba que María Dolores de Cospedal, su sucesora si no alcanzara la Presidencia, tomara más experiencia e imagen pública. Numerosos mails de Esperanza Aguirre a la dirección del partido expresaban fuertes quejas contra Rajoy y, en uno de ellos, recuerdo que decía: «la Comunidad madrileña se me ha quedado chica». Otras curiosidades de Wikileaks-Spain eran documentos escaneados como el ticket sin IVA de un arreglo de costurera de un traje de Francisco Camps o un vídeo en formato punto avi de Leire Pajín en una sala VIP de un aeropuerto en México, junto con dos acompañantes. Es la fiebre del güichileaks, la búsqueda de la verdad por encima de todas las cosas, y a mí me parece muy bien. La censura por el bien mayor ha provocado tropelías y las tropas de Assange lo están documentando mientras les atacan donde más les duele; en la financiación. Visa, PayPal y MasterCard las han dejado sin cambio. Una legión de piratas informáticos ha iniciado una guerra de ciberguerrillas. Sea como fuere, una cosa resulta clara: El Estado no tiene intimidad.