TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

EL DURMIENTE POLACO Y OTRAS HISTORIAS SIN TECHO

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Tiene narices que el peor rostro de la crisis asome durante el Año Europeo contra la Exclusión, uno de cuyos representantes quizá sea ese durmiente perpetuo que no se mueve de la gaditana plaza de San Juan de Dios desde 2009. De nacionalidad polaca y con un ligero equipaje machadiano, envuelto ahora en una de aquellas inolvidables mantas Paduana de nuestras madres, resiste al diluvio y a la desatención que tan sólo palian algunos voluntarios de Caritas. El pasado 20 de noviembre, Adolfo Gómez Díaz contaba su historia en una carta a la directora de este periódico: «Ocupa un banco permanentemente (noche y día) y como consecuencia su higiene bullía por su ausencia. El pasado día 17 llovía con fuerza y allí seguía el pobre empapado totalmente desamparado. Se llama Jeremi Marek Milczeliski, tiene 44 años con una lesión en la pierna izquierda. Ruego a los servicios sociales del Ayuntamiento o de la Junta que lo atiendan o al menos hacer gestiones con la Embajada de Polonia e intentar una solución. Hay que ayudar a este ciudadano de la UE, de lo contrario, el desdichado posiblemente precerá el próximo invierno de frio o enfermedad frente al Consistorio» . Cero comentarios en la web. Alguien fotocopió esa carta y a finales de noviembre la repartió por diversas paredes de la cidad, con una nota manuscrita: «Hace diez días salió publicada esta carta y la contestación es mirar para otro lado. La mayoría de los políticos no ven los problemas de la calle, sólo se mueven en vehículos oficiales».

El Ayuntamiento cuenta con un centro de acogida que atiende a través de la Portería de Capuchinos y garantiza alojamiento temporal, desayuno, merienda y cena, duchas, ropero y otras prestaciones. Pero, claro, por un máximo de tres días, generalizado en toda España para este tipo de instalaciones: un periodo que no permite el arraigo y la reinserción. También se les exige unos requisitos mínimos que muchos de ellos se niegan a cumplir: ducharse, no entrar con bebidas alcohólicas o registrarse antes de las diez de la noche.¿Hasta qué punto pueden hacer algo más los funcionarios de los servicios sociales? Las normas de actuación suelen ser limitadas por aquello de intentar evitar la mendicidad profesional. Otras residencias, como la de Cardijn en Tartessos, atienden caso por caso y suelen dirigir su acción hacia excluidos locales o migrantes con problemas. El comedor 'El Salvador' que las Hijas de la Caridad atienden en Jerez, las instalaciones de la Cruz Roja o el comedor de María Arteaga son otros puntos en el mapa de la solidaridad. Casi 200 personas acuden a los comedores, pero la cifra aumenta y ya no sólo en carnaval o en verano cuando las playas se convierten en dormitorio improvisado.

Este paisaje de la desolación que lleva desde las plazas públicas a los habitáculos de los cajeros cuyos usuarios nocturnos a veces se lavan en la fuente de la plaza de las Tortugas: no tienen por qué lavarse en la calle. Pueden hacerlo en el centro situado en el Campo del Sur, recogiendo un vale en el comedor Virgen de Valvanuz y el gel y la toalla en el centro de María Arteaga. Una alemana bipolar ejerce como flautista y clochard de un lado a otro del mapa gaditano: ¿cómo invadir su privacidad y cómo asistirla en un controvertido sistema de salud mental? Familias desahuciadas con todos sus enseres en la vía pública de Cádiz o con algunos de ellos antes de perderlos todos frente al Ayuntamiento de Jerez en pos de un empleo.

El próximo viernes, se clausurará en la sede de la Asociación de la Prensa de Cádiz una exposición fotográfica que tiene que ver con este rostro claro de la miseria, en las antípodas de Madoff, el parquet de la bolsa de Carpanta. La muestra forma parte de una campaña emprendida por Cáritas Española, FACIAM y la Federación de Entidades de apoyo a las Personas Sin Hogar; bajo el lema «Acabar con el sinhogarismo es posible». El reflejo de esta realidad en Cádiz corre a cargo de sus propios protagonistas y de quienes atienden el Centro de Día Luz y Sal, que los de Caritas mantienen a la vera de la Catedral: «Las personas sin hogar no son noticia. En pocos medios de prensa se recogen las agresiones o los fallecimientos de los hombres y mujeres que viven en la calle. El frío del invierno en Cádiz, el viento y la lluvia sí pueden conseguir que en alguna página de periódico se dediquen unas líneas a esta realidad que no queremos ver, porque nos duele como sociedad; porque nos pone frente a un espejo que devuelve la imagen de un mundo injusto y egoísta. Preocupado por solucionar el quiebre económico de multinacionales o de bancos, pero ajeno al sufrimiento físico y moral de millones de personas, cientos de miles en nuestros país, y en nuestras calles, que llamamos 'personas en situación de exclusión'. 'los nadies'. 'los invisibles'. 'los pobres'.».

Se trata de hacerlos visibles desde la dignidad y la sensibilidad: «Ser persona sin hogar no sifnifica ser persona sin derechos -afirman-. No tener un hogar significa mucho más que estar sin techo». Y un claro guiño, inevitable en los tiempos que corren: «Podrías ser tú». La aventura de sacar a la luz todo esto comenzó en julio y lo que se pretende es combatir actitudes como las que llevan a pensar que estar en la calle es una elección, cuando a menudo es la única opción posible. Son caracoles con la casa a cuestas, sin intimidad, a veces sin papeles, muchas sin salud . Ellos fueron contando sus experiencias y sus incertidumbres, desde los prejuicios de quienes reprochan que algunos indigentes tengan perros hasta quienes piensan que todos son borrachos o drogadictos. ¿Las limosnas crean dependencia?, se preguntan. ¿Sirven para algo?, les inquieren. A ellos les gustaría que hubiera más comedores -en la capital faltaría uno en Puerta Tierra- y que no cerrasen los fines de semana porque la pobreza extrema no suele tomarse vacaciones. Parece que resulta más fácil darles comida que dignidad.