SOMOS DOSCIENTOS MIL

ME DI CUENTA ENSEGUIDA

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Titulo hoy estas líneas como 'Me di cuenta enseguida', al igual que, parafraseando una conocida campaña publicitaria, podría haberlas denominado 'Yo no soy tonto'. El asunto es que la Delegada de Fiestas, doña Dolores Barroso -Loli Barroso para amigos, familiares, diversos políticos e, incluso algún que otro periodista que, por norma, no utiliza el usted-, realizaba unas declaraciones a la televisión municipal, en las que se vanagloriaba de que el alumbrado extraordinario que se instala con motivo de la Navidad viene recortando su presupuesto anual, con la consiguiente disminución del número de puntos luminosos pero, eso sí, sin que el ciudadano se haya percatado en todos estos años de la hábil jugada municipal.

Más créanme que lo siento pero, al menos en mi caso, no sólo me he ido dando cuenta de que el departamento de Fiestas, año tras año, viene recortando el alumbrado navideño sino, lo que es más grave, considero un insulto a la inteligencia del jerezano que la responsable del mismo piense que ni siquiera nos damos cuenta.

La cosa llega a tales extremos que hemos pasado, en pocos años, de un alumbrado que podría calificarse de digno para una ciudad como Jerez, al de la presente edición 2010, donde lo instalado en nuestras calles ya comienza a parecer un auténtico bodrio.

No hay luces en las palmeras de la Alameda Cristina, como tampoco las hay en las de la plaza de las Angustias. En Plateros, los arcos de luces han sido sustituidos por dos mallas adosadas a sendos arboles. Respecto a las luces que adornan los arboles de Porvera, es fácil comprobar que este año el exorno se ha efectuado en arboles alternos, técnica igualmente utilizada con los naranjos de calle Larga. Añadan a ello, observador que es uno, que el alumbrado de nuestra principal arteria, tan vistoso ediciones atrás con esas campanas que iluminaban de noche y adornaban de día, se ha sustituido por una porquería de tubos de luces blancas, más propio de una pista de tropezones.

En descargo de la Delegación de Fiestas, es justo decir que me parece correcto que cuando la situación económica del municipio no lo permite, simplemente no se instale alumbrado navideño. Para eso se debe tener la valentía política que ha tenido el alcalde de la vecina ciudad de El Puerto de Santa María. Y si el comercio del centro quiere bombillitas, pues que se las pague, como este año han hecho sus colegas portuenses o, como cada año, lo hacen las grandes superficies, las áreas comerciales, y algún que otro comercio no del centro, a donde la magnanimidad municipal no llega.

Ahora bien, si uno decide sacar pecho, tirar para adelante y cargarse en solitario el gasto que implica tender dicho alumbrado, al menos se debe ser cauto, medir bien las palabras y evitar, en cualquier caso, insultar la inteligencia de los vecinos, pensando que ni siquiera se van a dar cuenta.

Y es que, aunque nuestros políticos no lo crean, los ciudadanos somos lo suficientemente inteligentes y observadores como para comprobar que la gestión del municipio es de autentico desastre. Si quieren otro ejemplo, también nos hemos dado cuenta de que cambiar la empresa al frente de los autobuses urbanos ha sido una autentica tomadura de pelo: Ni se han traído vehículos nuevos, ni se ha dotado al personal de una triste camisetita de propaganda con el logo de 'Los Amarillos' que diera imagen de uniformidad, ni se han modificado las líneas, ni se ha incrementado la frecuencia. Incluso, por no hacer nada, ni siquiera la nueva empresa ha cambiado el discurso. A poco más de un mes de haberse hecho cargo del servicio, ya dice a sus trabajadores que no puede pagarles la nomina porque el Ayuntamiento no paga. ¿A qué les suena haber oído ya esa cantinela a Cojetusa?

Así que les dejo para terminar una buena cita que pertenece a alguien, libre de toda sospecha, como Abraham Lincoln, decimosexto presidente de los Estados Unidos, quien ya en el siglo XIX dejó para la posteridad una frase que en ocasiones -y las declaraciones de la Delegada de Fiestas son una de ellas- viene como anillo al dedo: «Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios»...