Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
MUNDO

Una silla vacía para recoger el galardón

El preso político solo pudo estar presente en la ceremonia a través de sus palabras, leídas por una actriz noruega

PABLO M. DÍEZ
PEKÍN.Actualizado:

Una foto de Liu Xiaobo y una silla vacía. Con esta imagen, tan triste como reveladora, estuvo ayer representado el último Nobel de la Paz durante la entrega del premio en el Ayuntamiento de Oslo. Una ceremonia a la que el disidente chino no pudo asistir por causas de fuerza mayor: se encuentra encerrado por liderar la 'Carta 08' por la democracia en China. Condenado a 11 años por «incitar a la subversión contra el Estado», cumple su pena en Jinzhou, a 500 kilómetros de su casa en Pekín.

Vigilada por policías y guardias de seguridad, allí permanece su esposa, la poetisa Liu Xia, quien tampoco pudo acudir a la capital noruega para recoger el premio porque fue confinada bajo arresto domiciliario cuando se anunció el galardón en octubre. En estos dos meses, las autoridades chinas solo han dejado salir a Liu Xia para ir a la prisión y comunicarle la noticia a su marido. Con sus teléfonos e Internet bloqueados, únicamente ha podido comunicarse con sus allegados enviando a través de Twitter un par de mensajes que han burlado la censura sobre las redes sociales.

Según explicó el presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjorn Jagland, es la quinta vez que un galardonado no puede recoger el premio, pero la segunda que nadie asiste a la ceremonia en su nombre porque el premio solo puede ser entregado a un familiar cercano. Para encontrar tan siniestro precedente hay que remontarse a la Alemania nazi de 1936, cuando Hitler prohibió la salida del país del pacifista Carl von Ossietzky.

«Liu Xiaobo no ha hecho nada malo», reclamó Jagland en medio de una ovación general, entre los que figuraban un centenar de disidentes chinos en el exilio. De ellos, solo uno formaba parte de la lista de 140 invitados por la familia Liu a la gala: Wan Yanhai, quien en mayo escapó a EE UU. En pleno siglo XXI, la silla vacía en Oslo retrata a la nueva China del progreso y la modernidad, donde su autoritario régimen sigue encerrando a la gente por decir lo que piensa.

La actriz noruega Liv Ullmann leyó un discurso que pronunció Liu ante el tribunal que le juzgó en diciembre de 2009, en el que auguraba una China en la que «los Derechos Humanos estarán por encima de todo» y el país «estará gobernado por las leyes».