La alta sociedad británica pide la libertad del periodista
Ken Loach y una íntima amiga de Diana de Gales se sumaron a las personalidades que ofrecieron 22.000 euros como aval
LONDRES. Actualizado: GuardarLargo, pálido, delgado, vestido con un traje gris y una camisa blanca sin corbata. Julian Assange, que lleva una vida nómada, según la fiscal, Gemma Lindfield, ocupó ayer el asiento de los acusados en la cabina acristalada de la corte número 1 del tribunal de magistrados de Westminster y su mirada fría pudo comprobar de nuevo la magnitud de lo que le rodea.
Hay en la sala veinticuatro asientos para la prensa y doce en la galería pública. Todos estaban ocupados y en el cubículo para el público, donde los ujieres aceptaron que se colocara más gente de pie, solo había dos universitarios americanos y un abogado jubilado que no era, como los demás, un periodista sin pase. La BBC tenía personal haciendo cola desde las 9.30 de la mañana, cuatro horas y media antes de comenzar la vista.
Los abogados en prácticas, que se sentaron en la última fila de los escaños reservados para las partes, fueron desalojados para que pudiesen estar en la sala las personalidades que venían a apoyar a Assange: el director de cine Ken Loach, el célebre periodista John Pilger, un abogado especializado en derechos humanos, una pedagoga... y Jemima Khan.
Mezcla de casos
Fue una de las jóvenes más bellas de las 'jet set' de Londres, hija del billonario James Goldsmith y de Annabel, cortesana e íntima amiga de la malograda princesa Diana de Gales; hermana del diputado conservador Zac, abanderado del ecologismo 'tory'. Se casó con el legendario capitán de las selección paquistaní de cricket Imran Khan, de quien se ha separado. Este caso no tiene nada que ver con Wikileaks, dijo el abogado de Assange, y el juez le dio la razón. Pero la presencia de los avalistas lo mezclaba todo.
Ofrecieron individualmente 22.000 euros como garantía de que no huiría. Loach lo justificó porque «está llevando a cabo una labor importante y debemos saber lo que hacen quienes nos gobiernan». Pilger indicó que conoce al acusado y que le tiene en gran estima. Que su proceso en Suecia fue «absurdo» y que se reactivó tras la intervención de un político. Jemima Khan simplemente apuntó que estaba dispuesta a ofrecer el aval «y más si fuese necesario».