La ciudad de las estrellas
Actualizado:Hubo un tiempo en que todos quisimos ser astronautas y la palabra Apolo no identificaba tan sólo a un dios o a cualquier bar de carretera. Por su edad, la chiclanera Virginia Sánchez Moreno no vivió el alunizaje, ni escuchó algo así como en directo lo de un pequeño paso para un hombre y un gran salto para la humanidad. Pero desde muy pronto tuvo periscopios, sueños espaciales y se apuntó como voluntaria para el primer viaje a la estratosfera.
La verdad, ya saben, está ahí afuera: agujeros negros, constelaciones, nuevos planetas que alteran los horóscopos, astros muertos que siguen titilando en los versos de Neruda cientos de años después de que ya no existan. Ahora, en el centro juvenil Box de su ciudad natal, esta valiosa periodista acaba de inaugurar ‘Un universo de imágenes’, una exposición dedicada a la carrera espacial y a la astronomía, dos ámbitos que a su juicio «están más cerca de todos nosotros de lo que parece».
Pero se trata tan sólo de un primer paso para ‘La ciudad de las Estrellas’, una especie de Houston o Cabo Kennedy de bolsillo que ella lleva tiempo soñando para el sur de Andalucía, un complejo científico, educativo, cultural y de ocio que Virginia Sánchez quiere ubicar en Chiclana. Durante años, esta dama sideral ha buscado para ellos apoyos tan serios como los de la NASA o la Agencia Espacial Europea. O ha entrado en contacto con organismos como el Centro Europeo de Astronomía Espacial que radica en Villanueva de la Cañada en Madrid y del que ha logrado traer hasta aquí como muestra las maquetas del SOHO y del Envisat, satélites de exploración del sistema solar.
Ya hace años Virginia Sánchez se embarcó en una iniciativa semejante. Y a pesar del tiempo transcurrido o del hecho de ser madre por partida doble, ella sigue sintiéndose empeñosamente nacida para esa gloria momentánea de una cuenta atrás, una cabina sin gravedad, un puñado de pastillas y la certeza de que, allí afuera, no hay crisis económica, ni pomposos discursos, ni nadie sabe a ciencia cierta quién es Belén Esteban. Tan sólo, un raro rumor de galaxias, un horizonte de Vía Láctea, un cosmos por desordenar.
No es un mero capricho pasajero ni una exposición que, por ahora, permanecerá abierta hasta el próximo 15 de enero. Se trata de un sueño para gente que sepa tener los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Lugares quizá demasiado remotos para quienes quizá sólo disponen de suficiente poder político o económico para acometer esta iniciativa y que, lejos de la tierra o de los sueños, suelen estar, por lo común, más bien en el limbo.