CHAPUZAS HASTA CON LAS ZAMBOMBAS
Actualizado:Hace justamente un año, el fin de semana que hay en torno al puente de la Constitución, dedicaba estas mismas líneas a la zambomba jerezana, a raíz del anuncio de la Consejera de Cultura de la Junta andaluza que, posiblemente imbuida del espíritu navideño jerezano, vivido días antes en el Teatro Villamarta, afirmó que su departamento había iniciado los trámites para que nuestra entrañable zambomba pasara a ser considerada como Bien de Interés Cultural, en la categoría de bienes inmateriales.
Aunque un año después de aquella rotunda afirmación, la zambomba no ha sido declarada aún nada de nada, cosa que me alegra pues sigue siendo simplemente nuestra tradición, debo volver sobre dicha celebración tras conocer el culebrón vivido en el Ayuntamiento de Jerez -dónde, si no- a raíz del Bando de Alcaldía que fijaba la obligatoriedad de pagar una tasa por celebrar dicho acto festivo. No deja de ser irónico que sea el portavoz de Izquierda Unida, partido laico donde los haya, quien ha dado a conocer el controvertido documento que ha calificado como «bando de los bandoleros», máxime tratándose de una tasa con la que se pretendería cobrar por el hecho de que el pueblo cantara el nacimiento del Niño Dios.
Más contradicciones al margen, han sido varios los organizadores de tales eventos que han pasado por caja antes de que se descubriera el pastel, abonando tasas que oscilan entre 270 y 800 euros, en función de los metros de vía pública que se ocupen, número de barras de bebidas o bidones para hogueras que se instalen.
En descargo del Ayuntamiento, debo reconocer que con las Ordenanzas Fiscales en la mano, hay tasas más que de sobra para cobrar a los organizadores «zambomberos»: desde tasas por servicios especiales de vigilancia, control y protección de espectáculos, pasando por tasas de fijación de anuncios y publicidad, o terminando en tasas por ocupación de terrenos de uso público con espectáculos. Sin embargo, no deja de tener su guasa que, con la que está cayendo económicamente hablando, el Ayuntamiento buscara ingresos en el que es esparcimiento navideño por excelencia de la ciudad de Jerez.
Por dar algunos datos, son muchas las asociaciones, bares, peñas flamencas, hermandades y clubes de los más variados, quienes han previsto sus zambombas para esta Navidad. De hecho, sólo en los últimos días de noviembre se celebraron más de una decena, a las que hay que añadir las casi cuarenta convocadas para este largo puente festivo, amén de otras cincuenta que se desarrollarán antes de la Misa del Gallo. Es decir, en torno al centenar de celebraciones oficiales, pues no se contabilizan la que usted y sus vecinos montarán en el patio de la urbanización. Cien zambombas a una media de 300 euros, permitirían al Ayuntamiento haber recaudado treinta mil euros, cantidad que es un grano de arena perdido en la inmensidad de la kilométrica playa que supone la deuda de nuestro municipio.
Y ¿realmente merece la pena dar este lamentable espectáculo por tan sólo 30.000 euros? Esta misma semana la alcaldesa, Pilar Sánchez, ha dado marcha atrás firmando una resolución que anulaba la tasa fijada en el Bando, argumentando para ello que se trata de un elemento singular de la ciudad que, además, está en proceso de ser catalogado como Bien de Interés Cultural por la Junta. Lo de que es un elemento singular de Jerez, lo sabe este cronista desde que tiene uso de razón. Lo de Bien de Interés Cultural se sabe justo desde el año pasado. Así que una de dos, o no tienen idea ni de lo que es Jerez, ni de lo que dice la Consejera, o es que la Alcaldesa, tal vez imitando la política económica errática de su gran jefe, el presidente del Gobierno, actúa a golpe de improvisación y sin tener nada claro claras. Si algo cuela pues cuela, sino, se suprime y en paz.
Un día se da doble sentido a Porvera. Meses después se quita. Un día se peatonaliza Honda. Meses después se reabre al tráfico. Un día se contratan asesores, meses después se cesan. Un día se cobra por hacer zambombas. Meses después recuerdan que es un elemento singular de la ciudad, y anulan su cobro. Y todo ello porque son, como digo en el titular, chapuzas hasta con las zambombas.