El plan B
Actualizado: GuardarNo sabemos si es bueno, pero está claro que no es ni bonito ni barato. Algo habrá que hacer, pero habría que hacerlo antes. Para apuntalar la casa no era preciso esperar a que se derrumbaran los muros de la patria nuestra en un momento histórico donde los albañiles no encuentran trabajo. Decirle adiós a las prestaciones de 426 euros que venían cobrando los 300.000 parados que no reciben ninguna otra ayuda tiene los días contados, pero mejor es no contarlos. Se acabará el 14 de febrero del año que viene, si es que viene. En tiempos malos es necesario acudir a todo, pero ocurre que todo se ha quedado en nada.
La privatización de los aeropuertos indica que las cosas no solo van fatal por tierra y por mar, pero se prevé un ahorro de 9.000 millones. Bastante más que lo que supone otra privatización, como el de las Loterías y Apuestas del Estado, que siempre ha sido un tahúr, que solo aportará unos 3.000 millones, pero privará a los pobres de su única esperanza de abandonar su noble condición y cambiarla bruscamente por la de los ricos de necesidad. Miente el refrán que afirma que no hay mejor lotería que el trabajo y la economía. Existe una mucho mejor: la lotería propiamente dicha. Es cierto que se trata de «un impuesto sobre los tontos», pero hasta los más inteligentes lo pagan, sobre todo en Navidad. Pues bien, el Gobierno va a sacrificar la gallina de los huevos de oro para hacer 'avecrém'. La venta de esta sociedad, según los loteros, es «pan para hoy y hambre para mañana», pero según algunos economistas es hambre para hoy, para mañana y para pasado mañana por la tarde.
Hay que recaudar como sea. Debemos mucho dinero y, lo que es peor, debemos pagarlo. A España la persiguen los enlutados cobradores del frac de Bruselas y el Gobierno socialista aplica medidas antisociales. El próximo ajuste consistirá en pedir que empeñemos las cucharas.