El fundador de Wikileaks se crece y reclama la dimisión de Hillary Clinton
Assange carga desde su escondite contra EE UU por pedir a sus diplomáticos que espiaran en la ONU y apunta a los bancos en próximas filtraciones
NUEVA YORK. Actualizado: Guardar«Hillary Clinton parece cada vez más como la cabeza que va a rodar», observó con serenidad Julian Assange, cuando le preguntó el editor de la revista 'Time'. La entrevista al fundador de Wikileaks, que en estos días se esconde del mundo para proteger su propia cabeza, la hizo el lunes vía Skype desde algún lugar sin identificar, que muchos presumen Londres por ser la última ciudad en que se le ha visto.
El australiano apátrida de 39 años que ha puesto en jaque a la primera potencia mundial está buscado por la Interpol desde el pasado día 20, según hizo saber ayer esta organización, a petición del Gobierno sueco.
La Fiscalía de este país no ha presentado cargos pero quiere interrogarle con relación a las acusaciones de abusos sexuales que han presentado contra él dos de sus ciudadanas, con las que Assange dice haber tenido relaciones sexuales consentidas en agosto pasado. La llamada 'nota roja' de Interpol no es en sí misma una orden de arresto sino de «identificar o localizar a un individuo con vistas a su arresto provisional y extradición», ha aclarado la organización, pero le hace muy difícil seguir circulando en los 188 países miembros. Para Assange, Estados Unidos contraataca, porque en su versión esas acusaciones de abusos sexuales no son más que una maniobra de represalia por haber expuesto sus secretos. No se trata solo de desnudar las tuercas de su diplomacia, sino también de exponer conductas ilegales por las que, a su juicio, la secretaria de Estado «debería dimitir si se demuestra que fue responsable de ordenar a las figuras diplomáticas estadounidenses que se involucraran en el espionaje a la ONU, violando los convenios internacionales que EE UU ha firmado».
Los documentos filtrados por su organización así lo revelan, pero con más de medio millón de cables diplomáticos al descubierto es tal el volumen de revelaciones que la sociedad estadounidense no ha tenido oportunidad de digerir en profundidad ninguna de ellas. Y aunque lo hiciera y demandase la cabeza de Clinton, como él anticipa, no cambiarían mucho las cosas, admitió al editor de 'Times' durante sus 36 minutos de entrevista.
En contra de cómo le describen algunos medios, el fundador de Wikileaks no se considera una especie de anarquista a la antigua usanza decidido a triturar el sistema. «Para nada, esta organización practica la desobediencia civil, o sea, intentamos hacer del mundo un lugar más cívico y actuar en contra de las organizaciones abusivas que empujan en dirección contraria», afirmó. Y a quienes le acusan de actuar en contra de la ley, les recuerda que durante sus cuatro años de existencia Wikileaks se ha enfrentado a más de cien acciones legales, de las que siempre ha salido victorioso. «Es importante recordar que la ley no es simplemente lo que la gente poderosa querría que los demás creyera. La ley no es lo que dice un general, ni lo que dice Hillary Clinton».