Un problema gordo
Más de la mitad de los españoles, tanto niños como adultos, sufre obesidad o sobrepeso
Actualizado: GuardarEn Occidente suena la señal de alarma: los índices de obesidad se han disparado en la última década a un ritmo de crecimiento exponencial. Países como España presentan unas tasas de obesidad superiores al 15% de su población adulta. Si a este porcentaje le añadimos el del colectivo con sobrepeso, la cifra de afectados supone más de la mitad de la población. La situación es más alarmante si se observa que el índice de obesidad infantil es similar al de adultos. En total, en los últimos 15 años se ha producido un incremento del 35% en la prevalencia de esta enfermedad entre los españoles.
A estas alturas ya nadie puede considerar la obesidad una cuestión estética. Todo el mundo reconoce que nos enfrentamos a una patología crónica generadora de más enfermedad, de ahí la preocupación que origina su crecimiento. Las causas principales del aumento de la obesidad se sitúan en los actuales hábitos de vida con predominio del sedentarismo y de una dieta cada día menos saludable. Conseguir un cambio en esta tendencia es difícil, ya que se necesitaría la implicación de diversos estamentos: la industria alimentaria, los sectores sanitario y educativo y las administraciones.
El estrés se considera también un factor incidente en la obesidad pues, si se prolonga en el tiempo, favorece el acúmulo de grasa abdominal. Numerosas personas obesas deben su condición a determinadas situaciones de estrés, ansiedad o depresión que influyen, en ocasiones, en el comportamiento alimentario.
Es imprescindible evaluar estos factores en el paciente obeso, ya que ayudan a tratar el origen del problema. Para empezar, a la hora de establecer la condición de obesidad no termina de ser del todo correcto utilizar un sistema de medición basado solo en el peso, ya que esta enfermedad no se define como un exceso de peso, sino como un excedente de grasa corporal, que, además, no es la materia que más pesa del cuerpo. Se introduce así un nuevo concepto de medición más preciso: la composición corporal, en el que se contempla el porcentaje de grasa del individuo.
Además del porcentaje de grasa corporal, es muy importante tener en cuenta la distribución de esa adiposidad. La localización del exceso de grasa en un lugar u otro del organismo no tiene la misma importancia en su incidencia sobre la salud. Así, se ha comprobado menos perjudicial la acumulación de grasa con una localización en glúteos y muslos, denominada tipo pera, más propia del sexo femenino, que la acumulación tipo manzana, situada en la zona abdominal y que se observa preferentemente en varones. Este tipo de obesidad presenta mayores problemas de salud ya que suele presentarse acompañada de un mayor riesgo cardiovascular, síndrome de apnea del sueño, hipertensión arterial, diabetes, alteraciones de los lípidos de la sangre, e, incluso, una mayor incidencia de algunos tipos de cáncer.
Patologías asociadas
Una vez establecida la condición de obesidad es necesario investigar la presencia de complicaciones como la existencia de diabetes o de otras alteraciones del metabolismo hidrocarbonado, alteraciones en los lípidos, en los niveles de ácido úrico, así como de complicaciones cardiovasculares: hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, arritmias, cardiopatía isquémica o angina de pecho.
Debe determinarse también la presencia de complicaciones respiratorias, como el síndrome de apnea obstructiva del sueño. Es necesario examinar la existencia de alteraciones en la función hepática, ya que puede producirse en el hígado una infiltración de grasa, denominada esteatosis hepática no etílica, que puede derivar, incluso, en una cirrosis no hepática.