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Zapatero, durante la sesión de control en el Congreso en la que anunció nuevas medidas liberalizadoras de la economía. :: AP
ESPAÑA

El giro liberal de Zapatero enfurece a la izquierda e incomoda al PP

El presidente no irá a la Cumbre Iberoamericana para lanzar mañana un amplio plan de reformas y privatizaciones que apacigüe a los mercados

PAULA DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

Nuevo movimiento del Gobierno y nuevo acercamiento a los postulados liberales. José Luis Rodríguez Zapatero sacrificó ayer uno de los pocos símbolos socialdemócratas que conservaba su política económica -los 426 euros para parados que han agotado las prestaciones- en un nuevo intento de elevar la credibilidad internacional de España y de frenar el acoso de los mercados. La medida se engloba dentro un amplio paquete de reformas que aprobará mañana el Consejo de Ministros y que incluye rebajas de impuestos para pymes y la privatización parcial de aeropuertos y Loterías del Estado.

El anuncio del nuevo paquete llegó de manera inesperada, durante la pregunta del líder de la oposición, Mariano Rajoy, en la sesión de control al Gobierno. No lo esperaba el PP, pero tampoco muchos socialistas. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, había expresado recientemente su deseo de que el llamado programa extraordinario de protección por desempleo, aprobado en agosto de 2009, se prorrogara en enero, su último mes de vigencia.

El PSOE, y en especial los líderes territoriales que el próximo mayo se presentan a las elecciones con expectativas nada halagüeñas, estaba de acuerdo. La ministra de Economía, Elena Salgado, no. La prórroga aprobada en agosto tras una negociación con IU costaba 420 millones de euros. Salgado no quería repetir semejante desembolso.

Enésimo bandazo

La letra pequeña de la nueva batería de medidas será presentada por el propio presidente dentro de dos días. Zapatero, de hecho, ha suspendido un viaje a Bolivia y su participación en la Cumbre Iberoamericana, en Argentina, para dejar claro que se toma muy en serio la situación y está firme en el puesto de mando. El Gobierno está satisfecho con los primeros efectos del golpe de timón y ya anticipa que mañana habrá alguna propuesta más.

Menos entusiasta se mostró el PP que, a todas luces, no esperaba un requiebro semejante. «Espero -soltó Zapatero irónico al concluir su intervención frente a Rajoy- que pueda contar con la aprobación de su señoría en esa actitud permanentemente constructiva que rezuman sus iniciativas cada día». El líder de la oposición, que insistió en que el descrédito del Gobierno solo se arregla con un anticipo electoral, recogió el guante y «celebró», a su vez, que el presidente del Ejecutivo «agradeciera» las propuestas populares a las que hasta ahora no había hecho caso. Pero sobre todo, acusó a Zapatero de seguir «instalado en el bandazo y la rectificación» y advirtió que lo que se precisa no es el «enésimo» paquete de medidas sino un «plan económico global para el crecimiento y la mejora de la competitividad». Más tarde, ya en Barcelona, señaló que debe explicar «muy bien» por qué no va a la Cumbre Iberoamericana. Dijo que aunque la economía es muy importante, las relaciones con Iberoamérica son «una prioridad» y «ningún presidente ha faltado nunca a las cumbres». Su crítica contrastó con la opinión de su número dos, Dolores Cospedal, quien creyó acertado que el presidente se quedase en España. Rajoy no fue el único que recordó que Zapatero ha faltado a múltiples e importantes citas internacionales desde 2004, la última vez en mayo, cuando anuló a última hora su asistencia a la cumbre brasileña de la Alianza de Civilizaciones.

El portavoz económico de los populares, Cristóbal Montoro, insistió en que las propuestas del Gobierno son «insuficientes y no están a tenor de lo que la situación exige». Pese a que alguna medida coincide con las del PP, dijo que carece de sentido abordarla aislada y que debería ir acompañada de otras iniciativas que ayuden a las pymes a conseguir liquidez y crear empleo.

No fue el único que puso peros. El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, no echó las campanas al vuelo, pero prefirió ver el vaso medio lleno. «Aun no siendo suficientes, son positivas». Lo dijo con cierta cautela porque los partidos catalanes, en general, esperan ver la letra pequeña de la privatización del aeropuerto de El Prat para conocer el papel que se reserva a la Generalitat. Pero en todo caso, su actuación distó mucho de la del PP. «Todos debemos hacer un esfuerzo por lanzar un mensaje positivo; hay que insistir en que España no es Irlanda y me siento en la obligación de asegurar que se está haciendo todo lo posible para no acabar peor de lo que se está».

El PNV no hizo una valoración pública, pero fuentes del grupo parlamentario aseguran que el anuncio de Zapatero fue «bien acogido», más aún, después de ver la respuesta de los mercados; lo que no implica, matizan, que no sea necesario seguir tomando medidas.

Quienes no recibieron bien el nuevo golpe de timón fueron las fuerzas de izquierda. El portavoz de ERC, Joan Ridao, sostuvo que la supresión de los 426 euros es «una nueva concesión de Zapatero ante la sobreexcitación de los mercados», que dejará en situación precaria a más de 688.000 parados. Gaspar Llamazares (IU) auguró un «invierno caliente» contra unas medidas «improvisadas», dijo, que además de suponer un «ajuste antisocial», «malbaratan» la propiedad pública y concuerdan con una «agenda ultraconservadora inaceptable para cualquier dirigente de la izquierda».