EL DESPISTE NACIONAL
Actualizado:Se abre el telón y aparece el presidente Zapatero con su chistera en la mano y saluda al respetable sentado en el Congreso de los Diputados. Se cierra el telón. Se abre el telón y, cuando nadie lo espera, mete la mano en el sombrero y saca un conejo rollizo y bien cebado, para sorpresa de propios y estupor de ajenos. ¿Qué película es? 'El despiste nacional'.
Ya sé que Berlanga no hizo tal cosa, pero qué quieren, tampoco era tan imaginativo como nuestro querido presidente. Vaya por delante que, a mí, el conejo me gusta, pero reconozco que el truco me parece fuera de lugar. La sesión no va de magia y la reiteración de los trucos acaba fatigando al público asistente. Es entretenido, pero muy poco serio. Me explico, el paquete de medidas anunciado ayer por el presidente es valiente, oportuno y, si quieren, también audaz. Pero la manera de presentarlo me resulta incomprensible. El pasado martes, la vicepresidenta segunda y el secretario de Estado de Economía decían que las «fluctuaciones» del mercado no exigían la actuación del Gobierno. Hace unas pocas semanas, el propio ministro de Trabajo aseguraba que en 2011 gastaríamos menos dinero por desempleo, pero él pensaba en la reducción del paro, no en las medidas de apoyo a los parados que se iban a reconducir pero no a eliminar. O disimulaban como bellacos o son unos 'maîtres' que no se enteran de lo que se cuece en la cocina. La cosa es que, ayer mismo, después de las 'manitas' del pasado lunes con Gadafi, Zapatero nos presentó un nuevo conjunto de medidas de importancia indudable. Con ello demuestra que el pasado sábado lo que escribía afanosamente no eran los resultados de la quiniela, sino el resumen de lo dicho por los empresarios asistentes a la reunión en el palacio de la Moncloa.
Insisto, las medidas son importantes. La más aparatosa, sin duda, es la eliminación de las ayudas a los parados sin cobertura. Es fuerte y será duramente contestada. Si es imprescindible, el conjunto de la sociedad debe asumir la responsabilidad de proporcionar más trabajo a quienes lo desean, no lo encuentran y carecen de otros apoyos. Confío en que, tanto la regulación de las agencias privadas de colocación como el incremento de las plantillas de orientadores de los servicios públicos de empleo, ayuden en la tarea. El título de la más importante se lo reparten entre la libertad de amortización, fundamental para el fomento de la inversión, y la ampliación de las sociedades capaces de acogerse al tipo reducido del Impuesto de Sociedades. La más rompedora es la eliminación de la obligatoriedad de las cuotas camerales, que acaba con una tradición centenaria y que les obligará a espabilar a las Cámaras de Comercio y a demostrar que devuelven lo que reciben.
Luego, la privatización de los aeropuertos me gusta, pero se me antoja parcial y necesitada de un planteamiento más global. Lo de la Lotería, me da pena. No sé por qué, pero me da pena. En resumen, Zapatero, un acierto. Pero ordena un poco la cabeza, hombre.