Una mujer lee en la web de Wikileaks con una imagen de Assange de fondo sus últimas filtraciones sobre los cables enviados por embajadas norteamericanas. :: AFP
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Wikileaks enfurece a la derecha americana

Republicanos e influyentes analistas piden que se declare la web organización terrorista por dañar la seguridad nacional

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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«Quien quiera que filtrase esos documentos del Departamento de Estado al portal de Wikileaks es un traidor y debería ser ejecutado o encarcelado en prisión para toda su vida», sentenció ayer Bill O'Reilly, el comentarista político con más audiencia de Estados Unidos.

El chivato en cuestión se supone que es Bradley Manning, un joven de 22 años, natural de Oklahoma, analista de inteligencia del Ejército que, desencantado con el uniforme, atrapado en Irak y suspendido por agredir a un superior, se dedicó a bajar millones de documentos de la red Siprnet del Pentágono, a la que estaba conectado el Departamento de Estado desde el 11-S, por las críticas de incomunicación entre ambos. Hasta nueva orden el área dirigida por Hillary Clinton se ha desconectado.

De Maning se han contado muchas cosas, desde su inadaptación escolar, su homosexualidad o su relación con un travesti, pero lo único que importa es lo que confesó en un chat a otro 'hacker' llamado Adrian Lamo, que resultó ser un informante del Ejército. En esa conversación fanfarroneó de algo mucho más honorable que desnudar la diplomacia mundial: la publicación del vídeo 'Asesinato colateral' que hizo famoso a Wikileaks en abril. Grabado el 12 de julio de 2007 desde un helicóptero Apache en Bagdad, el vídeo muestra las imágenes y conversaciones de los soldados que ametrallaron a once civiles, incluyendo a un fotógrafo de Reuters y su conductor. Desde junio Manning se enfrenta a un máximo de 52 años de prisión por ocho cargos, pero los soldados que perpetraron esos crímenes no han sido investigados.

Si bien a Manning le tienen a buen recaudo, Julian Assange sigue libre por mucho que pese a tantos estadounidenses de pro. «¿Por qué sigue respirando?», se preguntaba el blog de derechas Paladin's Page. «Debería haber sido clasificado como elemento hostil y derribado por un equipo de mojados. No estoy diciendo que le metan un tiro en la cabeza, pero ¿se haría alguien preguntas si se emborrachara, rodara por las escaleras y se rompiera el cuello?».

Los legisladores republicanos no han llegado tan lejos, pero el presidente entrante del Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, Peter King, considera que como Wikileaks «representa un claro daño para la seguridad nacional» debería ser declarada «organización terrorista» . Por su parte el Departamento de Justicia estudia acusar a su fundador de espionaje y solicitar su extradición.

Mártir internacional

A todos ellos se opuso ayer en su editorial 'The Washington Post', un periódico que reconoce haber intentado sin éxito adquirir los papeles filtrados a través de 'The Guardian', tras haber sido marginado por Wikileaks. «El arresto y la persecución de Assange convertiría en un mártir internacional a alguien que ahora se percibe ampliamente como un sospechoso de crímenes sexuales que intenta autopromoverse».

Assange cuida de su imagen. El editor del 'The New York Times' Bill Keller cree que su periódico fue excluido esta vez y tuvo que conseguir las filtraciones por otros medios tras haber publicado un perfil «duro» sobre él, según el cual «algunos de sus propios camaradas le están abandonando por lo que ven como una conducta errática e imperiosa». Su columnista David Brooks recordaba ayer que Assange se había mudado de casa 37 veces antes de cumplir los 14 años y su madre no le apuntaba al colegio «por miedo a que una educación formal le inculcara un respeto insano por la autoridad», publicó la revista 'New Yorker'. «Algo de lo que no tenía que preocuparse», apuntó Brooks socarrón.

Ahora que tiene a sus pies a los medios de todo el mundo, deseosos de ser uno de los que reciben sus valiosos tesoros de filtraciones, Assange también negocia el precio. CNN y The Wall Street Journal se negaron a aceptar la cláusula de 100.000 dólares (77.000 euros) por filtración que, de haberla tenido, hubiera obligado a 'Der Spiegel' a pagar por el escape que obligó a todos a adelantar la publicación. Pero ninguno de estos dos se atrevió a dar muchos más detalles a 'The Washington Post', quizás porque aún albergan la esperanza de recibir el próximo paquete de documentos.