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pan y circo

Una obra maestra

Pablo Garcés
CádizActualizado:

El escenario era perfecto. La atmósfera, increíble. Y los protagonistas de la final del ATP World Tour Finals 2010 eran los que tenían que ser, los que los aficionados queremos, los que más han aportado a este deporte en la última década. El suizo Roger Federer y el español Rafael Nadal, dos tenistas que demuestran un respeto y admiración mutua sobresaliente y que son ejemplo para la generación que viene.

Roger Federer ganó, haciendo por momentos un tenis mágico, demostrando la sed de victoria y lanzando el mensaje de que está ahí, con las mismas ganas de siempre. Es una gran noticia para el tenis y para Rafael Nadal, porque la competencia entre maestros lo único que puede provocar es que ambos quieran superarse y mejorar… y los beneficiados vamos a ser los aficionados. Ambos han reconocido en entrevistas a lo largo de estos años que muy posiblemente sin la existencia del otro quizás no se habrían visto forzados a mejorar tanto y a tener tanta sed de victorias. Todo eso nos lleva a pensar que la temporada que viene… va a ser aún mejor que esta.

Y qué decir de la temporada de Rafael Nadal. Tras un mes fuera de la competición por consejo médico, derrotar en una superficie que habitualmente no le ha sido favorable a los tenistas a los que habitualmente le había costado ganar… demuestra esta evolución y la capacidad de adaptación. Y es que el primer día de 2010 le vimos jugar, tras un final de 2009 gris. Prometió que todo iba a cambiar, y que sabía qué tenía que mejorar. 365 días después podemos decir que no nos estaba engañando. Su constancia y trabajo han tenido premio, y eso debe inspirarnos a todo. Hay que darle las gracias por un año haciéndonos compañía, el calor que transmite es importante con la que está cayendo ahí afuera…