cádiz

Un camino con demasiados baches

En el último año la tasa de desempleo entre la población extranjera ha subido un 25%

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Cádiz, pese a ser una localidad pequeña, se ha caracterizado a lo largo de su historia por ser una ciudad cosmopolita, donde ciudadanos de todo el mundo se han cruzado y han dejado su herencia. A principios del siglo XIX, incluso durante el asedio de las tropas francesas, fue refugio y destino de comerciantes, de hecho, algún barrio como el de San Carlos tuvo mayoría de habitantes extranjeros, algo sorprendente en la época. Entonces todo el que llegaba de fuera generaba y obtenía riqueza. Nada que ver con lo que sucede hoy día.

Cádiz ha dejado de ser destino para convertirse en parada, y los pocos que se deciden a echar raíces apenas encuentran abono en una ciudad en la que no hay sitio para plantar nada.

En la capital gaditana, según los datos del último padrón municipal, residen 3.341 extranjeros. De estos, 1.108 son europeos y el resto, más del doble, proceden de América, África, Asia y, un pequeño porcentaje, de Oceanía. Son 300 más que el año anterior, aunque probablemente menos que el próximo, porque la llegada de inmigrantes se ha frenado. La globalización no sólo sirve para vender de cara al exterior las bondades de un país, sino también sus miserias, y ésta es la prueba.

De cualquier forma, hay que tener en cuenta que hablamos de datos oficiales, de personas que están censadas en la ciudad, pero hay un elevado porcentaje de ilegales que no se contabiliza en ninguna estadística oficial, –ni en las de población, ni en las de desempleo–. En este sentido la situación no es diferente que para el resto de residentes de la ciudad. El paro va en aumento, tanto que la cifra de demandantes de empleo inscritos en el SAE ha subido un 25% respecto a la misma fecha de hace un año.

Según los datos del Servicio Andaluz de Empleo, en estos momentos hay en la ciudad 257 extranjeros que buscan un trabajo (sin contar a los que no tienen permiso de residencia). De estos, el porcentaje más alto, un 16,1% busca empleo en el servicio doméstico o la limpieza de interior de edificios, un 11%, en la hostelería; otro 11%, en el cuidado de personas dependientes; y un 9,4%, en servicios personales.

De estos desempleados, un 22% es de procedencia marroquí, siendo éste también el núcleo de población inmigrante más numeroso en la ciudad. Por detrás en porcentaje de demandantes de empleo, se sitúan los bolivianos, italianos, colombianos y peruanos. En este sentido llama la atención como en uno de los grupos de extranjeros más numerosos, el de nacidos en China, el porcentaje de desempleados es prácticamente inexistente.

Aunque en el último mes ha subido ligeramente el número de contratos a inmigrantes, la situación no es nada halagüeña. En el Centro Tierra de Todos lo saben bien. Hasta allí acuden a diario decenas de inmigrantes que buscan una salida laboral. De ello depende no solo su supervivencia, sino también su permanencia en el país.

La responsable del Área Social de Inmigración del centro, Ana Rizo, conoce bien la situación de estas personas. Uno de los grandes problemas que ha detectado, en el último año, es que una de las principales puertas de entrada al mercado de trabajo de los inmigrantes, la contratación en origen, se ha cerrado casi por completo. No solo eso, también el catálogo de empleos a los que tradicionalmente han accedido estas personas se ha anulado desde el comienzo de la crisis. «Ya en 2009 se agotó el gran yacimiento de empleo de los varones inmigrantes, la construcción, y este año ha pasado lo mismo con las mujeres, que se han quedado sin su principal nicho de empleo, que es el servicio doméstico y el cuidado de enfermos», explica.