ESPAÑA

El PSOE exonera a Zapatero del batacazo en Cataluña y relativiza el ascenso del PP

Los socialistas niegan que pueda haber una traslación directa de los pésimos resultados del PSC a las municipales del próximo mayo

MADRID. Actualizado: Guardar
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Menos de 24 horas tardó el PSOE en convertir las elecciones catalanas en algo prácticamente ajeno a sus propios males. Si el domingo por la noche el secretario de Organización del partido, Marcelino Iglesias, aseguró que asumirían la parte de responsabilidad que les correspondiera por el trompazo del PSC, el examen de conciencia brilló ayer por su ausencia. En la dirección federal han encontrado un culpable para el peor resultado electoral logrado nunca por los socialistas de Cataluña: la fórmula de gobierno tripartito entre formaciones demasiado dispares. Una fórmula ya ensayada y cuya reedición nunca contó con el visto bueno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Lo que, en todo caso, defienden es que la debacle no tiene por qué tener una traslación directa en las próximas elecciones municipales del 22 de mayo, y mucho menos en las generales de 2012. De algún modo, el PSOE siempre contó con que el enorme descontento reflejado por las encuestas se debía más a las vicisitudes del variopinto Gobierno de la Generalitat que a factores exógenos achacables a la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero -como ocurre en otras comunidades autónomas- y, por eso, siempre mostró cierta esperanza en que, recibido el castigo, se abriera una fase de «reconciliación» con el electorado.

En algo parecido siguen confiando, aunque el hecho de que José Montilla haya abierto el melón sucesorio introduce un elemento desestabilizador con el que no se contaba de antemano. Con todo, los socialistas están convencidos de que no habrá cambios internos en los próximos meses y reiteran de manera insistente que en Cataluña, más que en ningún otro lugar, los ciudadanos discriminan perfectamente entre comicios autonómicos, municipales y generales, y afirman que esta vez esa diferenciación será aún más notable.

El desiderátum se sustenta en experiencias pasadas. La comisión permanente de la ejecutiva socialista, sin Zapatero pero con el vicesecretario general, José Blanco, recordó que la pérdida de votos que ya sufrió Montilla en 2006 respecto a Pasqual Maragall en 2003, no se tradujo en un resultado calamitoso en ciudades y pueblos de Cataluña. Pero lo cierto es que aunque la caída no fue del mismo calibre, haberla la hubo.

El riesgo ahora es mayor porque las circunstancias no son las mismas. «En tiempos de dificultades económicas -admitió Iglesias- tenemos que saber explicarnos muy bien y es verdad que estamos en un mundo donde no es fácil tener tiempo para poder explicar las cosas con serenidad». Con la boca pequeña admitió, pues, que los simpatizantes catalanes sí se han visto de alguna manera salpicados por un sentimiento de desafección más genérico; no tanto, como dicen en el PSC, por la sentencia del Constitucional sobre el 'Estatut'. La mayoría, según los primeros cálculos del PSOE, se habría ido a la abstención. Pero también, conceden, a Convergencia i Unió.

PP hiperactivado

Lo que no detectan los socialistas son fugas hacia el PP. Es más, Iglesias trató de desinflar el globo de Mariano Rajoy por sus históricos 18 escaños. «No es el mejor resultado», subrayó. Es cierto. No lo es en porcentaje de votos. Los populares llegaron a un 13% en 1995 y ahora se han quedado en un 12,3%, pero jamás había obtenido tanta representación en el Parlamento autonómico. «No es que nos hayan robado votantes, es que los suyos estaban hiperactivados», justifican los socialistas. Si esa tensión durará hasta mayo está por ver.

El PSOE no teme tanto por los pueblos como por las grandes ciudades, especialmente, por Barcelona y su Diputación. Eso, que no sería en absoluto descartable a tenor de las encuestas, sí sería un auténtico mazazo psicológico tanto para el PSC como para el PSOE. Porque por más que las locales no sean unas primarias, Barcelona es un bastión fundamental. Siempre lo ha sido. Si Cataluña aportó a Zapatero 25 de los 169 escaños logrados en 2008, 16 pertenecen a esta provincia. Aunque quizá es más preocupante la pérdida de la segunda capital de provincia del país, después Madrid.

Sin el voto urbano, resulta muy difícil consolidar una posición hegemónica en España y el PSOE lleva años sufriendo una sangría constante en este ámbito. Por eso un miembro de la Ejecutiva admitió rotundo: «Ahora, se trata de salvar Barcelona». Está previsto que el vicesecretario general del partido y ministro de Fomento, José Blanco, se desplace mañana a la capital catalana para asistir al desayuno que ofrece el maltrecho alcalde, Jordi Hereu.