Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
De la Cuesta intenta frenar el avance del futbolista azulino. :: GECA SPORT
MÁS FÚTBOL

Dos puntos en el camino

SALVA GALVÁN ,
ALBACETE.Actualizado:

Dos puntos perdidos en el camino. Sí, teniendo en cuenta que la fórmula del éxito no suele ser sencilla en esto del fútbol o el deporte profesional, pocos encuentro a domicilio se encontrará el Xerez en Segunda División tan accesibles como el que ayer tuvo en el Carlos Belmonte. Y lo peor es que pese a las carencias, el cuadro jerezano logró pintar el escenario perfecto para llevarse los tres puntos de Albacete. Algo que no ocurrió ante un pobre rival.

Al prado manchego saltó un conjunto con miedo, excesivo respeto y un importante complejo de inferioridad. Eran los que vestían de blanco. Los de azul salieron con la cabeza alta, el pecho inflado y la moral por las nubes tras la goleada al Valladolid. Los xerecistas se sentían respetados y eso les bastó para apoderarse del encuentro, llevarlo donde querían y controlar a un rival moralmente mermado. La delicada situación de los hombres de Calderón se percibía en cada pase, en cada movimiento, en cada tiro, pues el Albacete que salió del túnel de vestuarios fue un conjunto tembloroso y anímicamente muy tocado. Esas carencias fueron las que permitieron al Xerez tener el control del encuentro. Los azulinos dominaron sin demasiados sustos los primeros 45 minutos, tuvieron la bola, la sobaron, la movieron de banda a banda, pero sin profundidad alguna. Los manchegos no querían la responsabilidad que otorga la posesión del esférico y preferían defender juntitos y salir al contragolpe. Pero sin precisión, sin velocidad y sobre un rectángulo de juego bastante resbaladizo las ocasiones del Albacete se hicieron esperar. Pero acabaron llegando porque el Deportivo pensó que ganaría el partido con el escudo. Algo que nunca ha hecho. Los errores se fueron acumulando y la falta de precisión se unió con una escasa intensidad. El resultado fue una primera paupérrima, sin fútbol ni ocasiones, salvo la que tuvo Abengozar, que desaprovechó una rápida jugada del Albacete. En el punto de penalti y contó todo para marcar, la tiró fuera.

El aviso fue más que importante, pero el Xerez apenas reaccionó tras la reanudación. Volvió a salir el mismo equipo impreciso y torpón con el cuero en los pies de la primera parte y ni tan siquiera el gol de José Mari centró a los azulinos. El delantero sevillano volvió a marcar –y ya van siete dianas–, intentó tirar otra vez del carro, asociarse, ganar balones aéreos, pero son pocos los futbolistas que pueden ganar un partido en solitario. Sus compañeros tenían un mal día y se tropezaban una y otra vez cuando se trata de conducir o pasar el esférico. Óscar Díaz fue el más participativo, pero también el que más falló; a Pablo Redondo se le vio menos, pero lo poco que hizo casi siempre estuvo mal; y Capi aportó poquísimo. Sí, en las jugadas a balón parado estuvo bien, pero poco más. Participó poco y con nula precisión. Muy lejos del jugador de calidad que es.

Por detrás sí que hubo mucho trabajo. Especialmente el de Bruno Herrero. El jerezano fue el mejor del partido y su esfuerzo brilló especialmente cuando el Albacete se volcó en ataque al verse por debajo en el marcador. Los de Calderón apenas tenían orden ni sentido, pero con Kike tirando del carro (desde el lateral derecho, como en los buenos tiempos de Mendoza) consiguieron meter al Xerez en su área.

El árbitro no estuvo bien. Es cierto que pudo ayudar al Xerez, pues no pitó un claro penalti de Moreno a Kike, pero tampoco amonestó con amarilla ninguna de las faltas que cometieron los locales. Todas las cartulinas iban para los azulinos que, además, no paraban de hacer faltas laterales. En una de ellas llegó el empate, con un gran testarazo de Tato. Entró fuerte desde atrás, le ganó la partida a su marca y acertó a superar a un Chema que ni tan siquiera intentó evitar el gol. El de Orihuela estaba adelantado y la parábola le resultó imposible.

El gol subió al marcador y podría haber llegado alguno más ya que el Xerez acabó sufriendo y pudo perder un partido que lo tenía para ganar. Un pelín más de intensidad, criterio o precisión hubieran bastado para matar el encuentro en la primera parte y que no se hubieran quedado dos puntos en el camino.