El historiador Javier Fornell posa junto a su libro. :: A. VÁZQUEZ
Sociedad

«Los piratas vivían sin corsés, al margen de las normas»

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Mientras preparaba su tesis sobre las familias gaditanas de la Edad Media, Javier Fornell se topó con un personaje que le llamó la atención. Le llamaban 'Cabrón' por su mala sangre y su crueldad. Buceó en distintas fuentes y descubrió que detrás de este nombre, «que suena a cachondeo», se escondía uno de los piratas más importantes de Cádiz. Un corsario que trabajó a las órdenes de los Reyes Católicos y que a sus espaldas, se enriquecía con actividades poco lícitas. Lideró la conquista de las Canarias, combatíó contra los infieles y «vendió» a un grupo de judíos tras su expulsión para quedarse con sus tesoros. Ahora, recoge su fascinante vida en una novela, 'Llamadme Cabrón', que presentará esta tarde a las 20.00 horas en el Casino Gaditano.

Lo primero, es aclarar que Pedro Hernández Cabrón no era un pirata marginado, de los que saltan del barco a la taberna a emborracharse a base de ron. No responde a esos estereotipos. «Él era muy conocido en Cádiz, fue almirante real y trabajó para los Reyes Católicos», explica Fornell. Fue un gran estratega, fichado por la Corona. «Sabían que era mejor tenerlo de su lado. En el libro aparece la carta en la que Fernando El Católico le da el perdón». Se sabe que luchó en las guerras señoriales andaluzas, en Nápoles y Canarias y que lideró grandes flotas, pero los cronistas de la época dejaron de hablar de Cabrón cuando empezó a cometer graves fechorías. «Los enemigos le llamaban el 'Macho Cabrío'», de ahí el famoso nombre que terminó pasando a la Historia como insulto.

Sanguinario, violento y despiadado, su ambición no conocía límites, lo que le llevaba a enfrentarse a castellanos, franceses, ingleses e incluso a los jerezanos. «En la Edad Media Cádiz era un nido de piratas pero el trigo estaba en Jerez, por eso asaltaban los barcos jerezanos y les robaban», cuenta el joven historiador. Pero quizá la actuación más despreciable de Cabrón fue cuando en 1492, tras la expulsión de los judíos de España, Pedro engañó a un grupo de hebreos y en lugar de llevarles a Orán, les dejó tirados en los puertos de Cartagena y Málaga, ciudades cristianas donde su destino sería la conversión o la muerte. «Los judíos no podían llevarse sus riquezas, pero Cabrón acuerda con ellos dárselas a cambio de un módico precio. Aunque, a la hora de la verdad, les abandona y se lleva sus tesoros». A partir de ahí surgirá la leyenda.

Hay una razón, según apunta Javier Fornell para que no queden tantas fuentes que hablen de los piratas de Cádiz y no sean personajes tan populares como otras figuras de la historia local. «Como los ingleses asaltaron y quemaron nuestros archivos, no hay tanta documentación. Pero sí se sabe que Cádiz era un nido de piratas. Muchos luego serán corsarios, que en primer lugar trabajaron para el Marqués de Cádiz y luego para la Corona».

Donde sí que aún queda huella del paso de Cabrón es en el archipiélago canario, donde una cala lleva su nombre, justo donde recaló con su flota dispuesto a conquistar las islas para Castilla.

De un pirata a un psicópata

En cuanto a su vida privada, se sabe que se casó, «parece ser que con una genovesa, y que tuvo un hijo». Pero Fornell reconoce que «ir más allá es complicado porque si bajó de estrato social, es difícil encontrar registros suyos». En el libro, esos vacíos el autor los completa echando mano de la ficción. Según el historiador, los villanos le atraen. Los piratas vivían fuera del sistema; «sin corsés, al margen de las normas», de ahí su atractivo. En este sentido, adelanta que su próximo libro tendrá como protagonista a un 'serial killer' que hace de las suyas en el Cádiz actual. Por ahora, hay un adelanto en su blog y pronto habrá segunda entrega del pirata, ya que este libro «únicamente repasa la mitad de su vida».