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Kim Jong-Il vuelve a usar la diplomacia militar como arma de presión
El dictador quiere retornar al diálogo nuclear para sacar nuevos réditos y frenar cualquier intento de acabar con el régimen
PEKÍN. Actualizado: GuardarEn plena dinámica de su sucesión, el caudillo de Corea del Norte, Kim Jong-Il, ha vuelto a recurrir a la diplomacia militar para reafirmar su posición de fuerza tanto en su propio país como ante la comunidad internacional. Con su autoridad cuestionada por su débil estado de salud y por el reciente nombramiento como heredero de su hijo menor Kim Jong-Un, un veinteañero sin experiencia política, el dictador ha dado un nuevo golpe en la mesa al apretar otra vez el botón rojo.
El enfrentamiento de ayer no se entiende fuera de la retórica agresiva que ha retomado Pyongyang en los últimos tiempos. Tras lucir músculo militar en los desfiles de octubre para presentar al sucesor, el régimen estalinista acaba de alarmar a la comunidad internacional al hacer demostración de una nueva planta de enriquecimiento de uranio, dotada con 2.000 centrifugadoras para producir bombas atómicas.
Es su forma de decirle al presidente estadounidense, Barack Obama, que quiere volver a las conversaciones a seis bandas de Pekín sobre su desarme nuclear. Desde los tiempos de Bill Clinton, Pyongyang juega al ratón y al gato con la Casa Blanca. Aunque Corea del Norte es uno de los países más pobres y aislados, ha desarrollado una potente industria militar y un avanzado programa nuclear.
Para disuadir a EE UU de que promueva un cambio de régimen y jugar la baza de la diplomacia atómica, Kim Jong-Il llevó a cabo su primer ensayo nuclear en octubre de 2006. En febrero de 2007, se alcanzaba un acuerdo por el que Corea del Norte renunciaba a sus aspiraciones atómicas a cambio de petróleo, ayuda humanitaria y pleno reconocimiento diplomático. No hay que olvidar que Washington no mantiene relaciones con Pyongyang porque, en teoría, las dos Coreas siguen en guerra desde el final de la contienda civil en 1953, que concluyó con un armisticio pero sin firmarse la paz.
Inspectores expulsados
El acuerdo quedó en agua de borrajas por las dificultades para comprobar el desarme nuclear norcoreano y Pyongyang volvió de nuevo a las andadas al expulsar a los inspectores internacionales y retomar la diplomacia 'manu militari'. En abril del año pasado, el régimen amargó a la OTAN la cumbre de su 60º aniversario al disparar un cohete de largo alcance encubierto bajo la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones. Al parecer, se trataba de un misil intercontinental Taepodong-2 con capacidad para recorrer 10.000 kilómetros, que podría ser armado con una cabeza nuclear y capaz de llegar a Hawai y golpear las costas de Alaska. El 25 de mayo llevaba a cabo su segundo ensayo atómico, seguido del lanzamiento de una decena de misiles para protestar contra las sanciones de la ONU.
Según un informe del Instituto de Asuntos Exteriores y Seguridad Nacional de Corea del Sur, el Querido Líder ha construido bases subterráneas de misiles en la franja oriental de su costa, por lo que dispondría de 250 cohetes que apuntan a instalaciones militares de Japón, entre ellas algunas norteamericanas. El arsenal norcoreano incluye cohetes Scud, Rodong y los intercontinentales Taepodong-2.