Euforia sindical en medio de la guerra de cifras por la huelga
Los dos grandes sindicatos del país han señalado que tres de los cuatro millones de trabajadores lusos han secundado los paros
Actualizado:Los sindicatos portugueses se han mostrado eufóricos y dispuestos a seguir presionando al Gobierno socialista ante la que consideran muy alta la adhesión a la huelga general celebrada hoy, cuyo seguimiento ha sido rebajado por las autoridades.
La ministra lusa de Trabajo, Helena André, ha dicho que no quería entrar en una "guerra de cifras" pero hizo un balance muy alejado de los datos sindicales, con sólo un 28,3% de los trabajadores en huelga y un sector privado con poca -pero no detallada- incidencia de la protesta. Por su parte las centrales sindicales han asegurado que tres de los cuatro millones de trabajadores lusos en activo secundaron la huelga y que ésta ha sido mayoritaria en el sector público y ha logrado paralizar los transportes, aeropuertos, astilleros y grandes fábricas del país.
La huelga es la primera convocada en 22 años por los dos grandes sindicatos lusos, la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, comunista) y la Unión General de Trabajadores (UGT, socialista). El secretario general de la CGTP, Manuel Carvalho da Silva, y el de la UGT, Joao Proença, han comparecido también juntos ante la prensa para proclamar el éxito del paro y anunciar que exigirán al Gobierno un giro en la política económica, medidas para crear empleo y respeto a los derechos laborales que consideran vulnerados.
Carvalho da Silva ha subrayado el "enorme impacto" de la protesta y la "identificación de la sociedad portuguesa con el paro y sus causas" y ha coincidido con Proença en que ésta la mayor huelga que ha tenido lugar en toda la historia de Portugal.
Pequeños enfrentamientos entre la Policía y los piquetes
Por su parte la ministra no se ha mostrado de acuerdo con las cifras de los sindicatos pero ha asegurado que lo más importante fue la tranquilidad y la falta de incidentes con la que se desarrollo la huelga, en la sólo se registraron algunos enfrentamientos entre piquetes y policías. El secretario de Estado de la Administración Pública, Gonçalo Castilho, ha cifrado la adhesión media al paro en la Administración en el 28,35% aunque ha señalado que en la enseñanza cerraron el 31,5% de los centros y en la sanidad pararon un 38,5% de los trabajadores.
El Gobierno no ha dado detalles sobre la adhesión a la huelga en el sector privado pero la ministra de Trabajo ha comentado en otra rueda de prensa previa que era muy baja, como demostraba el consumo de energía eléctrica en el país, de nivel normal. El líder de la CGTP ha contestado que sólo con "trampas" podía negarse la ausencia de trenes, la inactividad de la fábrica de Volkswagen -la mayor del país con 9.000 trabajadores- o de los astilleros del norte luso, que puso como ejemplo de la paralización.
Carvalho da Silva ha subrayado que no hubo transporte, ni actividad en los puertos y aeropuertos del país, ni funcionaron los tribunales o los servicios municipales en tanto en la sanidad y el sector público la mayoría de los trabajadores se sumaron al paro.
Más protección para los trabajadores
Por su parte, los medios de comunicación lusos han reflejado la alta incidencia de la huelga en los transportes públicos de las principales ciudades, con las estaciones de metro, trenes y barcos de Lisboa cerradas o desiertas, pero recogieron el poco impacto de la protesta en el comercio, la banca y las oficinas.
Pese a las discrepancias, Carvalho da Silva y Proença han afirmado que los sindicatos van a aprovechar el impacto del paro para exigir "con más fuerza" acuerdos sobre seguridad social, protección de los trabajadores y desempleados y un cambio general de políticas. Con todo, el Gobierno parece tener poco margen para tener en cuenta las peticiones sindicales mientras se discute en el parlamento el presupuesto del Estado para 2011 que acentuará las medidas de austeridad para reducir el déficit público.
Sócrates se ha visto obligado a aplicar este año un severo plan de saneamiento de las finanzas públicas, exigido por Bruselas, que incluye aumento de impuestos, rebaja de salarios, congelación de pensiones y venta de activos públicos. Pese a estas medidas, los mercados mantienen la desconfianza en la economía portuguesa hacen temer a los analistas que Lisboa siga a Dublín y Atenas en la lista de rescates financieros en Europa.