«Queremos dar a conocer otra parte de la historia de Jerez»
El volumen, publicado por la Editorial AE, recoge anécdotas desde el siglo XIV hasta la actualidad rescatadas de los archivos
JEREZ.Actualizado:José Cirera, Manuel Ramírez y José I. Gómez Palomeque son los autores de 'Curiosidades Xerezanas II', una nueva entrega de anécdotas y pequeñas historias cotidianas que completan la historia oficial de la ciudad y que desvelan, con mucha más exactitud, cuál era el carácter de los jerezanos desde el siglo XIV hasta hoy. Las carreras de caballos en el hipódromo de Caulina, el asesinato del guardia civil Enrique Amor en 1933 o la celebración de partidos de fútbol femeninos son algunos de los episodios que recoge este libro que será presentado hoy, a las 20.00 horas, en la Fundación Teresa Rivero.
-¿Para cuántas entregas dan las curiosidades jerezanas?
-Da para muchos. Es como la serie Arrayán -ríe-. Cualquier cosa que ocurra ahora ya se puede explicar en el libro. Lo mismo hablamos del siglo XIV que del famoso cocodrilo de Torrox de hace un par de años.
-¿Cuál es el propósito del libro?
-Dar a conocer una parte de historia desconocida de Jerez que en otro trabajo es difícil de encontrar. Hay historiadores que hacen algo más científico y esto es más popular. El que quiera algo más concienzudo que se vaya a Bartolomé Gutiérrez o al padre Esteban Rayón. Nosotros damos a conocer cómo era ese Jerez.
-Desde el cupón de la ONCE hasta la trata de esclavos, el libro abarca temas muy diversos.
- Sí, hay de todo. Hacer una historia de Jerez es lo más sencillo. ¿Qué vamos a decir ya de Fortún de Torres o de Gómez Carrillo? Hay que buscar las cosas curiosas porque la historia ya la conocemos.
-¿Hay más historia en las cosas pequeñas que en las oficiales?
-Creo que hay muchas cosas en los archivos por descubrir. En el libro sobre la feria, que saldrá para mayo, hemos buscado una nota en el archivo donde los feriantes le dicen al Ayuntamiento que les devuelva el dinero por instalarse allí para la feria porque ha estado lloviendo. El Ayuntamiento, como siempre, hace un juicio salomónico, y decide ampliar la feria dos días más. Para esas cosas hay que meterse en el archivo. En 'Curiosidades Xerezanas' llevamos una crónica del siglo XIV que dice que queda prohibido salir a la calle cuando el sol se haya puesto excepto si se necesita una medicina, pero hay que hacerlo con una antorcha para ser reconocido. Resulta que había mucha gente con antorchas por la calle porque el que tenía una aventurilla aprovechaba, hasta que la Guardia Civil se dio cuenta.
-O sea, que dando un paseo por Jerez con usted se aprende mucho. -Hombre, algo seguro. Y también sé dónde estaban los tabancos más históricos porque siempre hay que hacer 'la paraíta'.
-Hay un capítulo entero dedicado a la prostitución.
-El alcalde de aquellas fechas se las quería quitar de enmedio, como ahora. Le pusieron un impuesto muy alto y las prostitutas buscaron abogados. No sé que favores les harían que ganaron el pleito. Esto no se lee en los libros, está en los archivos.
-Creo que lo pasan muy bien investigando estas historias.
-Sí, mucho. Nos reímos y la gente que está en el archivo nos mira como si estuviéramos 'majaras', pero es que te tropiezas con cada cosa... Hemos encontrado un anuncio donde un profesor que viene de Francia se compromete a enseñar a leer y escribir en 8 horas. Los maestros de aquí le pusieron un pleito y el hombre se tuvo que ir de Jerez.
-¿Tenemos los jerezanos afición por la Historia?
-Mucha, nosotros hemos dado conferencias en institutos y escuelas primarias. Nos dedicamos desde al más chico al mayor. Comparamos nuestra lectura con El Quijote, salvando las distancias: al niño le sirve como un tebeo y se ríe y al mayor le hace pensar.
-¿Qué capítulo ha costado más?
-A mí no me cuesta ninguno porque me gusta. Creo que el que más le ha supuesto a Palomeque ha sido el de la mancebía porque hay que tratarlo con delicadeza y respeto a las mujeres que ejercieron esa profesión. Manuel Ramírez ha escrito también un capítulo a la ONCE, algo que nunca se ha hecho y que también costó algo de trabajo. Lo que le digo a todos los que empiezan es que no crean que esto es un huevo que se echa a freír: tiene que quemarse las pupilas en el archivo y a lo mejor tienen que llevarse guantes de látex para los hongos y, si es alérgico, una mascarilla.
-¿Hay algo que le haya llamado especialmente la atención?
-En la Guerra de la Independencia los franceses arrasaron con todo, se llevaron hasta los caballos. Más o menos en las mismas fechas hubo una epidemia en Jerez y no había caballos para los carros del cementerio. Hicieron una parihuela para llevar los cadáveres. Los sepultureros tenían pocos escrúpulos y se paraban a beber en los tabancos con los fallecidos. Cuando no los llevaban en parihuela porque estaba ocupada, se echaban el cadáver al hombro, iban al tabanco a beber y mientras tanto, dejaban al muerto en el mostrador. Hasta que los responsables municipales tuvieron que tomar cartas en el asunto. No nos lo hemos inventado, está reflejado en un acta capitular del Ayuntamiento.