La psicosis terrorista cierra el Reichstag
El Gobierno alemán también refuerza la seguridad de la sede del Parlamento Federal al creer que es un objetivo prioritario de atentados
BERLÍN.Actualizado:La famosa cúpula del Reichstag, una de las mayores atracciones turistas de Berlín, fue cerrada ayer al público ante el temor de que el edificio que acoge al Parlamento Federal alemán sea objeto de un ataque terrorista. La clausura de la estructura de cristal y acero diseñada por el arquitecto británico Norman Foster y la de la azotea del edificio sumaron un grado más a la psicosis de atentados que azota al país centroeuropeo.
El miedo a una inminente acción armada surgió el pasado miércoles, cuando el ministro del Interior, Thomas de Mazière, alertó de que se trataba de una clara posibilidad. El dirigente no dio detalles sobre los blancos posibles, pero señaló que ayer podría ser el día elegido para los atentados. El sábado, la revista 'Der Spiegel' reveló que uno de los objetivos era el Reichstag y que el ataque incluía la toma y ejecución de rehenes. La información añadía que en la toma del emblemático edificio participaría un comando de seis terroristas, dos de los cuales ya se encontraban en Berlín.
La cúpula del Reichstag, que es visitada por unos tres millones de turistas al año, permanecerá cerrada hasta nuevo aviso, pero las autoridades permitirán la entrada de grupos que hayan hecho reservas en el restaurante que se encuentra en la azotea, previo exhaustivo control de seguridad. Y un portavoz del Bundestag anunció que los debates sobre el Presupuesto de la nación, previstos para esta semana, se llevarán a cabo en la sede parlamentaria. «Se han intensificado de manera significativa los controles y otras medidas de seguridad», anunció el titular del Interior de la ciudad-estado de Berlín, Erhart Körting. «Es plausible que el edificio pueda ser objeto de atentados», añadió. Además de cerrar la cúpula a los turistas, se han desplegado sesenta policías para vigilar el edificio.
Aunque la población no ha sido víctima de una histeria colectiva, la presencia de agentes con chalecos antibalas y fuertemente armados en la estaciones de ferrocarril y en los aeropuertos ha hecho cambiar los hábitos cotidianos de los alemanes. La gente que puede hacerlo evita viajar en metro, pero la mayoría de las familias optaron ayer por enviar a sus hijos a la escuela. No obstante, las autoridades se ven en la tesitura de hacer frente a un nuevo problema de seguridad. Como sucede cada año en estas fechas, en todas las ciudades se abrieron los famosos y tradicionales mercados navideños, una costumbre que atrae a cientos de personas. Informaciones no oficiales señalaron que los terroristas podrían aprovechar esas aglomeraciones para actuar.
Control de islamistas
Con el fin de evitarlo, el Ministerio del Interior ordenó reforzar el control sobre unos 130 presuntos islamistas calificados como «peligrosos», entre ellos una veintena que han participado en cursos militares en campamentos de Afganistán. El mayor peligro proviene, sin embargo, de activistas que no pertenecen a ningún grupo y que se han fanatizado en la soledad de sus habitaciones, como sucedió con dos jóvenes poco expertos que colocaron bombas en dos trenes de pasajeros en 2006.
El clima de alerta ha provocado también una injustificada ola de xenofobia contra la población musulmana. La semana pasada, Körting sugirió que se delatara a sospechosos que utilizan el idioma árabe. Ayer, su colega federal tuvo que salir al paso para exigir que no se cometan ese tipo de errores. «No debemos abusar del debate actual para crear una sospecha general contra la población musulmana respetuosa de la ley», dijo De Mazière durante una intervención en el congreso anual de la Policía.
Steffen Seibert, el portavoz del Gobierno federal, prefirió restar importancia las revelaciones periodísticas sobre los posibles blancos de los terroristas. «Los servicios de seguridad refuerzan sus dispositivos en función de sus análisis de la situación y no como reacción a peligrosas especulaciones», apuntó.