Tribuna

Solo tenemos un camino

«No es el modelo ultraliberal de adelgazamiento del Estado lo que nos permitirá recobrar la senda del crecimiento, sino la inversión en capital humano, en formación, en investigación»

PRESIDENTE DEL SENADO Actualizado: Guardar
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La principal premisa que hemos consensuado los representantes del poder legislativo en el VI Foro Parlamentario Iberoamericano celebrado los pasados días 11 y 12 en Buenos Aires es bien sencilla, pero no por ello menos importante: la necesidad de invertir en educación y llevar a cabo una reformulación integral del proceso educativo. A pesar de la crisis económica, más allá de las políticas de austeridad, de contención del gasto y de los recortes presupuestarios, es indispensable seguir invirtiendo en educación. Ésta es la conclusión que se ha trasladado a los jefes de Estado y de gobierno que se reunirán en la Cumbre Iberoamericana del próximo mes de diciembre en Mar del Plata.

España, en tan solo tres décadas, ha sufrido una transformación impensable para la mayoría de ciudadanos, que hemos tenido la oportunidad de comprobar con nuestros propios ojos cómo estábamos hace 30 años y cómo estamos ahora. Además, hace no mucho tiempo en España todavía había datos de analfabetismo importantes y ahora, según el último informe de la OCDE, la esperanza de vida escolar para un alumno de cinco años que accede a la educación obligatoria es de 17,2 años, cifra similar a la media de la propia OCDE (17,6 años) y de la UE (17,7 años) aunque lejos de la de Finlandia (21 años).

Tenemos problemas serios por el elevado nivel de desempleo en nuestro país y debemos buscar soluciones a medio y largo plazo. Es insostenible que el 40% de nuestros jóvenes estén en paro y es frustrante comprobar cómo, en el último año, 147.000 de ellos se han visto obligados a regresar a casa de sus padres tras vivir unos años emancipados. Reconozco que hay datos que nos pueden desmoralizar, pero estamos obligados a buscar soluciones, a ser imaginativos, a cambiar nuestro modo de ver la vida y de funcionar en ella.

Ahora nos encontramos inmersos en una crisis económica de imprevisibles consecuencias que ha sacudido los cimientos de la globalización. Y debemos tener respuestas para afrontar los importantes retos de futuro. En mi opinión, tal y como hemos acordado en el Foro Parlamentario Iberoamericano, solo tenemos un camino: más educación, más formación y más inversión en conocimiento, investigación y desarrollo.

La riqueza de los países se suele medir habitualmente en función a sus indicadores económicos, pero en realidad se asienta en la cultura y en las capacidades de sus ciudadanos. Hoy es incontrovertido que la educación genera riqueza pero más importante que esto, que lo es, es su capacidad para cohesionar a los pueblos, para hacer más iguales, más responsables y más solidarias a las personas, para construir una conciencia de seres libres.

No podemos olvidar que hoy el conocimiento es ya el primer factor de producción y la innovación, la única garantía de competitividad y de mantenimiento de nuestros niveles de bienestar. No es el modelo ultraliberal de adelgazamiento del Estado, sin prestaciones sociales y con menores costes laborales lo que nos permitirá recobrar la senda del crecimiento y la prosperidad, sino la inversión en capital humano, en formación, en investigación, en definitiva, ganar la batalla del talento.

Una batalla para la que tenemos la mejor arma: la educación. En todos sus niveles y con toda su potencialidad. Creo que nuestra obligación como responsables públicos es reclamar de nuestros respectivos gobiernos una mayor inversión. Y creo que debemos orientar nuestros esfuerzos a las realidades económicas del futuro en España. Si hemos logrado ser reconocidos en sectores tan importantes como pueden ser las energías renovables, la biomedicina, la biotecnología, los transportes ecológicos o las telecomunicaciones debemos ser capaces de invertir en la formación y la capacitación dirigida a esos futuros yacimientos de empleo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró en la cumbre de empresarios del G-20 que podríamos crear un millón de empleos en esos sectores en la próxima década. Debemos hacer lo posible por conseguirlo, ya que sólo depende de nosotros.

Nuestros sistemas educativos deben actuar como transmisores de conocimientos pero también, cada vez más, como un acicate o un estímulo encargado de despertar el enorme potencial que encierra el entendimiento humano y la valiosa capacidad colectiva e individual de los ciudadanos.

Una de las claves para lograr el éxito de un modelo educativo potente está en el acceso de los ciudadanos a la formación, bien sea universitaria o profesional, así como la capacidad de reciclaje de trabajadores no cualificados o con baja cualificación. Es decir, debemos ser más dinámicos, debemos aprender a cambiar al ritmo de los tiempos y debemos sacudirnos también ese fantasma, esa leyenda que algunos se empeñan en apuntalar de que España será incapaz de superar un reto tan complicado como este.

Es necesario estimular a nuestros jóvenes en proceso de formación, es fundamental hacerles ver que es mucho el trabajo invertido para que tengan una educación de calidad y que, al final, su principal patrimonio será lo que consigan con su esfuerzo durante su formación académica y profesional. Su éxito personal será nuestro triunfo colectivo.

Los ilustrados afirmaban que el día en que una generación entera fuera debidamente instruida remontaríamos, de una vez, el atraso y curaríamos los males de nuestras sociedades. Ese día ha llegado ya. Es de vital importancia que todos, cada uno desde su responsabilidad, nos pongamos a la tarea. Ésos son los anhelos de la ciudadanía que no podemos defraudar. Sólo tenemos un camino. Y es este.