El sacrificio de los jubilados

El ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, que antes de serlo no dudó en manifestarse contra la reforma laboral preconizada por ZP para luego abrazarla decididamente, dejó por sentado días atrás que los jubilados también deben hacer 'sacrificios' y dar como buena la congelación de sus pensiones para «acortar el periodo de crisis». Y se quedó tan pancho. Pero, vamos a ver, qué sacrificio debe hacer un pensionista que recibe menos de 500 euros al mes con cónyuge a cargo (no digamos los que reciben una prestación no contributiva, que es sensiblemente menor) si con tan exigua cantidad se las ve y se las desea para llegar a final de mes. ¿Nos tienen que apretar más las tuercas después de muchos años de trabajo, privaciones y carencias elementales sin cuento? ¿No tenemos bastante con la decrepitud impuesta por la edad y todo lo que ella trae consigo? Se equivocaba el señor ministro como la paloma de Alberti que erraba clamorosamente en su destino. Apuntaba seguramente en otra dirección pero vino a dar en las aves de mástil leve y frágil vuelo. Apunte hacia otra dirección, señor Gómez, por favor. Los jubilados ya estamos más que acribillados.