Los estafadores aprovechan el aumento de las operaciones en las casas de empeño. :: E. L.
Jerez

La fiebre del oro falso

El auge en el comercio de este metal también ha supuesto la proliferación de estafas en la venta de baratijas como piezas de joyería

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Primero raspó la pieza para saber si estaba ante un baño de oro o realmente se trataba de una simple imitación. Y pasó la prueba. Después la mezcló con ácido nítrico, un líquido muy corrosivo y altamente tóxico que pocos metales preciosos soportan, salvo el oro y el platino. Por último, observó con detalle que las dos cadenas y las dos pulseras que una pareja joven le quería vender, presentaban las marcas típicas de los fabricantes del ramo. En una de las inscripciones que encontró pudo leer el siguiente mensaje: 750 milésimas de oro. Sus dudas quedaron despejadas y las dio por buenas. Le entregó a sus vendedores 1.010 euros a cambio de cuatro alhajas que pesaban 61,4 gramos de supuesto oro blanco. Sin embargo, cuando su jefa inspeccionó el género supo que le habían dado gato por liebre. Había comprado unas baratijas de acero que apenas valían doce euros a precio de joya. Acababa de ser estafado.

No se trata de ningún relato ficticio para explicar un tipo de estafa que está proliferando al calor de la nueva fiebre por el oro, que se ha traducido por ejemplo en un incremento, sin precedentes cercanos, en los comercios de compra-venta de este metal. Sólo en la capital gaditana se ha pasado de dos establecimientos a una veintena en sólo dos años. Lo relatado al inicio es la experiencia del empleado de una joyería de Chiclana que fue estafado a principios de este mes. No se trata de ningún caso aislado sino la confirmación de que las partidas de oro falso también circulan por Cádiz en manos de especialistas. Lo que ha puesto en alerta a los profesionales del sector.

Y es que en menos de dos meses, la Guardia Civil ya ha desarticulado dos grupos especializados en colar bisutería en comercios de compra-venta de oro, que operaban en la provincia. Fuentes del Instituto Armado reconocen que ante el aumento de las transacciones con este metal, empujado por la crisis y la necesidad acuciante de muchos ciudadanos de obtener líquido al instante, era de prever que también los estafadores situaran entre sus objetivos las falsificaciones de oro. Es más fácil colarlas cuando en una tienda se realizan decenas y decenas de operaciones al día, que en otras épocas cuando los empeños eran el último recurso de unos pocos.

Además detrás de estas estafas no están individuos desesperados que tratan de obtener más dinero por unas pertenencias de escaso valor ante la imposibilidad de entregar piezas de joyería, sino auténticos profesionales de la estafa que han visto un nuevo campo de actuación. La propietaria de la tienda de Chiclana posee una cadena de establecimientos en la Bahía, donde la pareja trató de colar más piezas. Finalmente y gracias a que alertó a sus trabajadores, la Guardia Civil pudo detener a uno de los dos estafadores, vecino de Torrelodones (Madrid), que había bajado a Cádiz con un único propósito.

Este último detenido, con un amplio historial delictivo, llevaba consigo piezas falsificadas muy similares, que presentaban las mismas inscripciones. La Guardia Civil sospecha, y así lo indicó también la empresaria afectada, que detrás de esas baratijas está la mano de un fabricante al por mayor.