La Iglesia bendice el preservativo en la lucha contra el sida
Benedicto XVI abre brecha en la secular cerrazón de la Santa Sede ante el uso de profilácticos
MADRID. Actualizado: GuardarEn un libro de entrevistas que saldrá publicado este martes, el papa Benedicto XVI admite que «puede haber casos particulares» en los que el uso del preservativo esté «justificado». Matizó, sin embargo, que «la humanización de la sexualidad» es el único camino para «derrotar la infección del HIV». 'L'Osservatore Romano, diario afín al Vaticano, extractó este sábado algunas opiniones que el Papa vierte en el libro 'Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y las señales del tiempo', firmado por el periodista y escritor alemán Peter Seewald. «Puede haber casos particulares justificados; por ejemplo, cuando una prostituta usa un profiláctico», dice el Papa. «Y esto puede ser un primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar nuevamente la consciencia del hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que uno desea».
A su juicio, simplificar la sexualidad en el uso del profiláctico significa «banalizarla», y esta banalización representa «el peligroso motivo por el que tantas y tantas personas no ven en la sexualidad la expresión de su amor sino sólo una suerte de droga que se suministran ellos mismos». El Papa envía dos mensajes: aceptar el uso del preservativo para evitar miles de muertes en los países del tercer mundo, pero que este uso no se convierta en una disculpa para «trivializar las relaciones sexuales». Benedicto XVI es inflexible en un concepto: «El amor y el sexo han que ser complementarios».
A la pregunta concreta de «¿está la Iglesia católica en contra de la utilización de los preservativos?», el Papa responde: «En algunos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio, puede estar justificado, puede ser un primer paso para abrir la vía a una sexualidad más humana, más humanizada». El papa alemán Joseph Ratzinger, de 83 años, se convierte en el primer pontífice que no se muestra inflexible en un asunto muy controvertido, tanto por los que se posicionan a favor del Vaticano como los millones de católicos que piden que el uso del preservativo no sea un pecado. La Iglesia, hasta el día de hoy, había prohibido toda forma de contracepción. Solo admitía la abstinencia como método para combatir las enfermedades de transmisión sexual. En marzo de 2009, el papa Ratzinger -considerado por buena parte de los analistas como un Papa de ideología conservadora- encendió la mecha en un viaje a Camerún y Angola al declarar que la utilización de preservativos «agravaba» el problema del sida.
A lo largo del libro -consta de 18 capítulos y 284 páginas- Seewald pregunta al pontífice sobre numerosos asuntos, como la pedofilia, el celibato, la ordenación de mujeres o las relaciones de Occidente con el Islam. En cuanto a los clérigos pederastas, el Papa dice que no le «pilló del todo de sorpresa», pero lo que le «conmocionó» fue el número de implicados y la dimensión que alcanzó la noticia. La evidencia, sin embargo, no le hizo volver la cabeza. Al contrario: supo pedir perdón con dignidad.
Devastadora pandemia
En todo el mundo -según datos de la Organización Mundial de la Salud- hay 33,4 millones de afectados por sida, de los cuales la inmensa mayoría viven en África subsahariana (22,4 millones de enfermos). Esta enfermedad es la primera causa de defunción en África, el continente con mayor número de infectados y con más nuevos casos de contagio. Las mujeres representan la mitad de las personas que viven con el VIH en todo el mundo, y más del 60% de las infecciones por el VIH en África subsahariana. El segundo continente más afectado es Asia (4,7 millones de personas). Desde que surgió 65 millones de personas han resultado infectadas y 25 millones han muerto. En 2008 fallecieron dos millones de personas y se infectaron por el VIH otros 2,7 millones.
Naciones Unidas ha alertado que el contagio está aumentando en Europa Oriental y en Asia Central debido al uso de drogas inyectables. Actualmente es la causa de uno de cada tres nuevos casos de VIH fuera de África. En Latinoamérica dos millones de personas están infectadas.