BOB Y SUS FLAMENQUINES
Actualizado:Hay un momento fundamental en el mes de noviembre y es cuando llega a casa el catálogo de regalos de Reyes de El Corte Inglés, el del Ikea me gusta menos, porque eso de llamarle Smotland a un sillón no me gusta, prefiero llamarle Perico.
Este año al abrir el catálogo me ha impresionado que lo menos 20 páginas están dedicadas a Bob Esponja, un muñeco que causa el furor de los niños y que aparece relacionado con todo. Hay coches de Bob Esponja, aparece vestido de bombero, montado en barco y lo único que le ha faltado es salir de monaguillo en la misa que hizo el Papa en Santiago.
Yo a Bob, que como su apellido indica es una esponja en pantalón corto, le veo un toque gaditano. Bob ha sido siempre en Cádiz una palabra agradable, es la unidad métrica superior de la cerveza. Está la caña, que es la unidad más minimalista, y después el bob, que es más generoso y que te da para dos tapas. Lo de Esponja suena a mote de uno del número Siete de Bendición de Dios, 'El Esponja', que se lo pusieron porque fue a un programa de televisión y se bebió diez litros de puchero de un sorbo, incluido el muslo de pavo y los fideos. Bob es amarillo, que es el color de Cádiz. De qué color es la cúpula de la Catedral... amarilla. Es como si fuera más que un símbolo del Cristianismo, un símbolo del ensaladillismo, que esa sí que sería una capitalidad que Cádiz podría reivindicar, la de la ensaladilla.
Creo que Bob podría convertirse perfectamente en la mascota de Cádiz, con que se le ponga una madroñera en la cabeza ya es más gaditano que un choco frito. La ciudad se está convirtiendo afortunadamente en un gran aparcamiento de barcos de turistas y sería maravilloso que una comitiva comandada por Bob les recibiera a pie de escalerilla.
Dejarse de guías y planos en inglés para la recepción, lo suyo es que Bob Esponja los reciba con una buena fuente de flamenquines, en conmemoración de la distinción del flamenco como patrimonio de la humanidad. Siempre he considerado que el flamenquín es un símbolo de elegancia, al fin y al cabo, es un San Jacobo adelgazado, estilizado y uniforme, un símbolo de elegancia... como Cádiz. Bob Esponja y sus flamenquines deben recibir a los turistas en el muelle de Cádiz...y si no, por lo menos, es un buen nombre de chirigota para el año que viene... Y terminar el repertorio con los flamenquines saliéndosele el queso fundido de la emoción al despedirse de La Tacita, se me pone el empanao crujiente nada más de pensarlo.