delphi

Tres vidas más allá de Delphi

Sus caminos han sido distintos desde que la factoría cerró, pero siguen juntos en las protestas y avisan de que llegarán hasta el final

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando alguien afirma haber vivido un momento dos veces se dice que ha tenido un 'Déjà vu', una expresión francesa que significa literalmente «ya visto». Al retomar las protestas de nuevo en la calle los ex trabajadores de Delphi han experimentado esta semana justo esa sensación. Algunos se sienten como al comienzo de todo, como si estos dos últimos años hubiesen pasado en blanco. Vuelta a las consignas, vuelta a pedir lo se han ganado durante 20 años trabajando, vuelta a la incertidumbre.

Hay quien -el resto de parados-, los tacha de privilegiados y les recriminan que estén en la calle cuando la cifra de desempleados en la provincia pasa de 170.000. Ellos se no se sienten ni mucho menos afortunados, sólo salen a la calle para pedir que se cumpla lo que firmó en un protocolo en un no tan lejano 2007 y que se resume en dos palabras: Empleo y Bahía. Mañana lunes se reunirá la mesa de seguimiento de Delphi de forma urgente. Ellos, los afectados, lo han propiciado y serán ellos, los que buscan el empleo, los que vayan hasta Sevilla para recordar, como dicen que no son un número, que son personas.

Ya están organizados. En esta semana pasada, unos 600 trabajadores se manifestaron por la calles de Cádiz para mostrar que a lucha no les gana nadie y que el ambiente ya está caldeado de por sí. No van a aceptar cualquier cosa. En el gran grupo que forman durante las protestas se sienten imparables, sentimiento que se va desinflando cuando regresan a casa, a lo de siempre. Temen que sus sospechas se confirmen y dejen sin cobertura a los 600 ex trabajadores que Delphi que no han podido ni entrar en los planes de jubilación ni han encontrado un empleo. «Se comprometieron y deben cumplir», se dice entre las filas. Desde detrás del megáfono se criticó la política de la Junta de «dar una barra de pan a uno mientras que el otro se muere de hambre». Los ex trabajadores de Delphi no están dispuestos a que los dividan. Son uno solo. «La barra hay que partirla en dos o en tres si hace falta para que comamos todos», explican. No van a separarles. Da igual si están en paro, trabajando o como prejubilados, seguirán hasta el final, hasta que se cumpla lo que se firmó en el protocolo de 2007, cuando la crisis «aún no había aparecido».

Los partidos políticos por su parte hacen sus propios movimientos. El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, aseguró días atrás que la Administración autonómica «sigue trabajando» para «darles una solución», aunque recordó que «estamos dentro de un momento económico difícil» y por tanto «distinto al que se produjo en su momento».

Desde Izquierda Unida anunciaron que llevarán hasta el Parlamento andaluz «una querella y una denuncia por lo penal» contra todas aquellas personas que «hayan podido generar una situación de engaño» al «incumplir» el «compromiso» alcanzado tras el cierre de Delphi de «sacar de la masa de quiebra los terrenos» de la multinacional de automoción.

Al mismo tiempo, acusaron a la Junta y al PSOE de estar «impulsando, sibilinamente, una campaña de «desprestigio» de los trabajadores de Delphi, que, en opinión de IU, son «las primeras víctimas de una política de engaño y de falta de contenido en materia industrial de la Junta». Mientras, en el Partido Popular se «lamentan» y recuerdan que «sus sospechas se han visto confirmadas».

José Manuel Delgado

En paro

«La mecha ya está encendida»

José Manuel es parco en palabras. «Lo estamos pasando realmente mal», confiesa. Tanto que por las noches le cuesta conciliar el sueño. «Los otros parados nos llaman privilegiados pero están muy equivocados, porque sí, hemos estado dos años haciendo cursos, pero obligados y no siempre formándonos en lo que nos ha interesado y ellos mientras en casa, o buscando un empleo en la calle». Jose Manuel ha perdido ya la cuenta del número de cursos que ha recibido. «Ahora me toca ir a San Fernando». Ni siquiera espera a que suene el despertador. Hoy ha sido otra noche «en vela».

«Me he recorrido casi la provincia entera: Cádiz, Jerez, El Puerto de Santa María. un poco más y nos mandan a Rota». «Nos pagan por ir a los cursos, pero parte del sueldo se va en la gasolina y en el desayuno». Electricidad, mecánica, producción, competencia. los certificados se amontonan en el cajón porque en los dos años que lleva parado dice que no ha tenido ninguna entrevista.

A sus 47 años la palabra incertidumbre se queda corta. «A mi edad nadie me va a contratar ya y todavía no puedo prejubilarme, estoy en medio, haciendo cursos». Tampoco ve futuro para sus hijos y en cierta manera, se siente atado a Cádiz. «No puedo irme de aquí, levantar una casa cuesta mucho y más tal y como están las cosas». Jose Manuel ve al futuro de color negro, mientras se pregunta dónde están las empresas que iban a venir a dar trabajo no solo a los de Delphi, sino a toda la Bahía. «La mecha ya está encendida», añade. La situación poco a poco se va haciendo más insostenible, sobre todo ante el anuncio de la Junta de Andalucía sobre el fin de las ayudas.

De la reunión de mañanano sabe ya ni que decir. «Estaremos allí», pero no tiene ninguna confianza puesta en las administraciones. «Lo que queremos que nos digan no lo van a decir». José Manuel está cansado de escuchar hablar sobre la llegada de nuevas empresas, «muchos yacimientos de empleo pero aquí no hay nada de nada». Echa la vista atrás y resume sus dos últimos año: «Cursos, cursos y más cursos», y se pregunta: «¿Si no vienen las empresas para que me vale tanto curso?».

Juan Manuel Cortina

Ahora trabaja en Gadir Solar

«Quiero algo mejor para mis hijos»

A nueve días de que se cumpliera el plazo del paro, la suerte le sonrió a Juan Manuel Cortina. «Se me terminaba el 14 de agosto y el 5 del mismo mes entré a trabajar en Gadir Solar». En los 17 años que pasó en la fábrica de Delphi, nunca pensó que no terminaría su carrera profesional en la factoría puertorrealeña. «Construí mi vida sobre unos pilares que en 2007 vi temblar».

Tras dos años de curso, Juan Manuel consiguió recolocarse. No fue fácil. A la formación matinal añadió otras clases por las tardes. «No estaba muy de acuerdo con lo que nos ofrecían desde la Junta, porque no te daban a elegir las materias y las clases estaban descompensadas en cuanto al alumnado. Mientras que uno sabían demasiado había otros que no comprendían nada». Por eso se buscó por las tardes otros cursos más acordes con sus expectativas.

Tampoco tuvo elección a la hora de encontrar trabajo. «Fue la primera oferta que vino y la cogí, no podía esperar más». También aprovecharon la oportunidad de Gadir Solar otro centenar de compañeros que están distribuidos por distintas áreas por lo que el tema de Delphi sigue siendo una constante. El trabajo es muy similar al que realizaba en la otra factoría, «una cadena de producción es igual en todas partes». Trabaja en turnos de mañana, tarde y noche, «vamos rotando, entre medio te dan una semana libre y esas son las vacaciones. Así la empresa se asegura que la fábrica esté en producción los 365 días del año». Este verano tuvo dos semanas libres para disfrutar de sus hijos. «Tampoco es tan mala idea», apunta Juan Manuel, «tampoco tienes dinero para irte más tiempo».

Su vida social es la que más ha cambiado en los últimos años. «Antes tenía un buen sueldo y me encantaba salir a la calle, ahora creo que más de un dueño de bar está enfadado conmigo porque ya no puedo ir». También sale a correr para mantener la cabeza ocupada. «Mientras voy por los Toruños no pienso ni en el pasado, ni en el presente ni en el futuro, solo en el camino».

A Juan Manuel aún le queda confianza, pero no en las administraciones, sino en sus propios compañeros. «Sé como somos capaces de luchar por lo que es nuestro y no vamos a permitir que dejen a compañeros en la calle».

Francisco Solís

Prejubilado

«No me acostumbro a no ir a trabajar»

Francisco Solís creía que la jubilación le llegaría cansado de trabajar, con canas y con nietos a los que cuidar. No fue así. Entró en la última remesa junto a 400 compañeros más y sin apenas darse cuenta ya está dentro del colectivo de prejubilados de Delphi. «Echo mucho de menos ir a trabajar, todavía no me acostumbro a no tener que madrugar, supongo que será cuestión de tiempo». Cuesta olvidarse de 25 años de ruta diaria a la factoría de Puerto Real. De lo que no se olvida es de sus compañeros. «Mi hermano está ya aburrido de hacer cursos por lo que la realidad me sigue tocando de pleno». Tampoco quiere alejarse de ella. «Yo no lucho por mí, lo hago también por mis hijos porque van a tener que irse fuera para poder trabajar». Francisco va a todas las manifestaciones y concentraciones convocadas. «No pueden lavarse las manos, tienen que darnos soluciones». Y recuerda las palabras de un compañero durante la asamblea celebrada la pasada semana en Puerto Real: «Febrero viene antes que Navidad».

Dice que ya ha perdido la fe en las administraciones. «El protocolo que firmamos en 2007 recogía coberturas sociales para todos y solo ha llegado a unos pocos, todavía queda 600 por colocar y no se les puede dejar en la calle diciendo que no hay dinero». El problema, a su juicio, se ha agravado con los últimos cambios dentro de la Consejería de Empleo, «nadie ha querido asumir el problema de Delphi, no se han hecho responsables ni los que se fueron ni los que han llegado».

Se sabe afortunado porque la prejubilación le llegó en el mes de marzo, aunque reconoce que no es la solución. «Necesitamos a gente que cotice para poder pagar las pensiones y yo todavía estoy en pleno uso de mis facultades para trabajar, pero quién me va a contratar a mí con mis 52 años». Ahora intenta rellenar los huecos que el tajo le ha dejado. «Mi mujer todavía trabaja así que tengo mucho tiempo libre». El que utilizará para formarse, «pero esta vez en algo que realmente me guste, como la licenciatura de empresariales».