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Miguel Merino con su prolífica familia en una entrañable imagen para el recuerdo. :: IMÁGENES CEDIDAS
Jerez

Fabricantes de bebidas gaseosas

Miguel Merino tuvo en la calle Medina su famoso negocio de sifón y refrescos

RAFAEL LORENTE
JEREZ.Actualizado:

Si ahora es difícil ser empresario y tener resortes para que tu empresa no se vaya a pique, mucho más lo era en los años 50 y 60 del pasado siglo, en los que España aún soportaba los coletazos de la Guerra Civil, con una deprimida economía e inexistente infraestructura industrial, comercial... Montar una empresa por entonces era una verdadera aventura. No obstante, el que tenía madera de empresario lo hacía en cualquier sitio. El patio de una antigua casa o el espacio de una vieja cuadra podían ser lugares idóneos para montar el negocio, el que una vez iniciado se iba haciendo sobre la marcha. Tal fue el caso de Don Miguel Merino, quien tuviera en la calle Medina una fábrica de sifón, gaseosa y refrescos tipo zarzaparrilla. Hablar de Miguel Merino es hacerlo de un empresario, que, fiel a sus convicciones, vio progresar su negocio de bebidas carbónicas y de hielo industrial en grandes barras, con el que por aquellas calendas se enfriaban las bebidas y se conservaban los alimentos.

Todavía lo recordamos. Cada vez que pasamos por el número 19 de la calle Medina, parece que va a salir por el viejo portalón, bajo cuyo dintel permanecía celoso al trasiego cotidiano del reparto de sus productos, que se hacían con un carro de madera tirado por un mulo. Durante su larga trayectoria empresarial, no sólo contemplamos su progreso, sino también su capacidad para renovarse, eliminando o introduciendo productos nuevos, que el mismo creaba y producía en su pequeña fábrica, como fueron Merin Cola, La Flor de Andalucía y Mandarina, un agradable refresco de naranja de exquisito sabor, del que fue pionero; tengamos en cuenta que todavía no había llegado a España la multinacional Coca-Cola.

Pero antes de continuar con Miguel Merino Morales, haremos una sinopsis de sus antecesores. El primer miembro de la familia Merino del que tenemos conocimiento es Felipe Merino Valenciano, nacido en Roa (Burgos), militar de profesión, quien estuvo destinado en la Yeguada Militar de la Cartuja. Casó con Ángeles Morales Hidalgo natural de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), con la que tuvo tres hijos: Florentina, Santiago y Miguel Merino Morales. Recién nacido Miguel, enfermó su madre por lo que su padre pidió ayuda a su cuñada Teresa. Al poco tiempo falleció su mujer, quedándose su cuñada al cargo de la casa y de los niños, con la que acabó casándose. De este matrimonio nacieron Ángeles, Feliciano, Felipe y José.

Viñas

Felipe Merino Valenciano, además de ser militar de carrera, era poseedor de viñas en el término de Jerez, así como tenía la concesión de un estanco. La familia Merino vivía en la calle Oropesa 7, donde iniciaron el negocio de fabricación de sifones y gaseosas.

Feliciano falleció en el año 1933, siendo su viuda la que continuó con el negocio de las bebidas gaseosas, el que continuó comercializando con la marca Viuda de Merino. Durante la Guerra Civil es la viuda la que sigue llevando el negocio. Posteriormente, su hijo Santiago se casa en Rota montando allí un negocio idéntico al que su familia tenía en Jerez. Miguel, que estuvo trabajando en la inversión familiar, también se independizó montando el famoso negocio de la calle Medina y del que, como continuador de la saga, nos vamos a ocupar en este artículo, así como de su hijo Miguel, quien en la actualidad tiene una próspera red de distribución de bebidas en El Puerto de Santa María.

Como decíamos, los primeros miembros de la familia Merino que llegaron a Jerez empezaron con una pequeña fábrica en el barrio de San Miguel, concretamente en la calle Oropesa número 7, donde embotellaban la legendaria gaseosa de bolindre, aquella que al acabarse el refresco, los niños rompían el envase para coger la reluciente canica de cristal con la que jugaban.

Pero volvamos con el líder de esta familia, Miguel Merino Morales, quien naciera en nuestra ciudad el 28 de mayo de 1905, obteniendo su educación a través de la familia y con profesores particulares. Comenzó a trabajar muy joven en el negocio familiar, asociándose más tarde con sus hermanos Felipe y Feliciano, de los que transcurrido unos pocos años se desligó para montar su propio negocio. En la disolución de la sociedad, Miguel se quedó con el 50% de la distribución de la cerveza Cruz Blanca, a la vez que inició la elaboración y embotellado de una gama de refrescos tipo cola y naranja. Corría el año 1950 cuando empezó vendiendo agua de sifón, en aquellas gruesas botellas de originales grifos y Merin Cola, La Flor de Andalucía y Mandarina; todas bebidas refrescantes de agradable sabor que, a través de representantes y distribuidores, se vendían en toda la provincia. Y siendo la capital la que más demandaba sus productos, sobre todo la marca Mandarina. Tal era el éxito comercial que incluso otras empresas nacionales de bebidas refrescantes le propusieron asociarse con él.

Expansión

Fue tan grande la expansión y el volumen de ventas que la fábrica de la calle Medina se quedó pequeña, por lo que tuvieron que montar otra de mayor envergadura, cosa que hicieron en el número seis de la cercana calle de San Francisco de Paula, donde, además, se construyó la vivienda en que residió durante el resto de su vida y en la que falleciera a los 70 años el 14 de octubre de 1976. Miguel Merino tuvo tres hijos: Milagros, Ángeles y Miguel.

Miguel Merino Morales fue un hombre bueno y generoso que apadrinó a una gran cantidad de niños, hijos de sus trabajadores y camareros, a los que también ayudaba económicamente, avalándolos para que les concedieran un préstamo, cosa que, debido al crédito que tenía, bastaba con entregarles una tarjeta de visita, para que en el banco les concedieran el préstamo que necesitaban. Pero cuál fue la sorpresa que, al fallecer don Miguel Merino, fue su hijo Miguel el que tuvo que hacer frente a los numerosos impagos que tan espléndidamente su padre había avalado. Existe la anécdota de que en una ocasión en que don Miguel había avalado a un empleado de un conocido bar de Jerez se presentó éste en la fábrica con un jamón. Una vez lo recogió su esposa doña Josefa Izquierdo -gran conocedora del negocio-, dijo sin ambages: «¡Vamos a ver por cuánto sale el jamón!». Efectivamente, el préstamo no fue satisfecho, por lo que el jamón salió por un ojo de la cara.

Miguel

Al fallecer su padre, es Miguel Merino Izquierdo el que coge el testigo y continuando con la fábrica y el próspero negocio de distribución de bebidas.

Nació Miguel, en la casa familiar de la calle Oropesa número 2, el 9 de febrero de 1942. Trasladándose aún siendo un niño a la calle Medina 12, justo enfrente del número 19 donde su padre tenía la fábrica. Estudió en el colegio de los Marianistas en la calle Porvera, para al terminar llevar a cabo los estudios de Comercio. Sus primeros trabajos consistieron en abrir mercado, por lo que viajaba para nombrar distribuidores por toda la provincia de Cádiz.

Era tal su capacidad y valía que al poco tiempo fue fichado por la marca internacional Pepsi-Cola, que lo hizo delegado de sus productos en nuestra región, ampliando con esta marca su andadura en los negocios de distribución de bebidas en el que por su volumen ha sido líder.

Contrajo matrimonio con la portuense Maribel Osborne el 24 de septiembre de 1966, de cuyo matrimonio han tenido cinco hijos: Miguel, Joaquín, María Isabel, Álvaro y María. Su matrimonio con Maribel Osborne le hizo considerar que, para sus negocios, la ciudad de El Puerto de Santa María era más estratégica comercialmente, por lo que se trasladó allí, donde montó su red de distribución, contando desde un principio con la encomiable colaboración de su mujer: una luchadora nata, con la que ha formado tándem y obtenido su ayuda, especialmente en los tiempos de crisis. Téngase en cuenta que, por su edad, a Miguel Merino le ha tocado vivir todas las épocas, tanto de bonanza, como de dificultad; las que debido a su carácter emprendedor y avisado ingenio ha sabido superar y salir adelante. Tal es así que ha ido añadiendo a su cartapacio las mejores y primeras marcas mundiales tanto de licores como de espirituosos.

Diversificación

No obstante, diversificó su negocio, haciendo inversiones en el sector de la automoción, con concesionarios de ventas tan importantes como Opel, BMW y Peugeot. De las que debido a su aguzado ojo clínico se deshizo oportunamente. Continuando con la Peugeot, la que también, husmeándose la crisis, vendió con acierto en el año 2008, operación con la que obtuvo unos excelentes beneficios.

En la actualidad, ya transformado en negocio familiar, son sus hijos los que se han hecho cargo y continúan con la distribuidora Miguel Merino, de la que el progenitor se siente sumamente orgulloso, pues de su competente equipo humano dice deberse el éxito de la empresa. Un total de 42 personas que continúan con el modelo comercial de sus antepasados: la familia Merino, que está basado en el tesón y la presencia. Por ello y aunque, ya en manos de sus hijos, Miguel no deja de asistir a los consejos administrativos de sus diferentes sociedades, como también su esposa Maribel Osborne, la que gusta de visitar los negocios, manteniendo viva su presencia casi cotidianamente.

Ya retirado, Miguel Merino goza del cariño de sus 15 nietos, a la vez que de su salud, la que le permite disfrutar de todas sus aficiones, que son, principalmente, la navegación, la pesca, la jardinería, así como de la amistad de sus muchos amigos, los que ha sabido cultivar a lo largo de su vida.