Un rottweiler se cuela en un parque infantil y ataca a una niña en Barbate
El animal, que le arrancó parte del labio superior a la pequeña, fue soltado por un niño de cuatro años, según asegura la dueña
Barbate Actualizado:Su abuela la define como una niña muy especial. Presumida y muy juguetona no era del todo consciente de que por un día se había convertido en noticia. A su modesto piso de Barbate, en la avenida Carrero Blanco, no dejaban de llegar ayer amigos, familiares y unos señores que no conocía de nada, pero que estaban interesados en hacerle fotos y tomarle imágenes sola o con sus padres. Su cicatriz en el labio superior no fue impedimento alguno para que posara resuelta ante las cámaras. Y en apariencia, ni rastro de trauma psicológico alguno. El perro que le mordió en la cara dos días antes es tan sólo «un perro malo».
Esta pequeña de cinco años es la última víctima de un can de raza peligrosa. Un rottweiler de cinco meses le atacó el martes cuando jugaba con sus hermanos y primos en un parque infantil cercado, a escasos metros de su casa. El animal, que debía haber estado atado y con un bozal puesto según marca la ley, se coló en el recinto. En su boca llevaba un hueso. «No sabemos muy bien cómo se abalanzó. La niña estaba jugando con un carrito, se le acercó y quizás el animal pensó que le iba a quitar el hueso. Lo siguiente que vio la gente es que le había agarrado media cara». Mª Carmen Guerrero no estaba en ese momento con su hija.
La primera llamada que recibió fue la de su suegra: «Para no asustarme me dijo que habían arañado a la pequeña y que me fuera a la Casa del Mar -el único centro de salud de la localidad-». Al llegar allí, esta vecina de Barbate se encontró con algo bien distinto. Su hija tenía gran parte del labio superior desprendido por una dentellada que había dejado marcada su boca. «Allí no podían atenderla y nos mandaron al Puerta del Mar». No lo hicieron en una ambulancia porque debían esperar más de una hora al servicio. «No nos quedó otra que coger nuestro coche».
En el hospital de la capital, la niña fue intervenida por cirujanos maxilofaciales que le reconstruyeron el labio dañado. Una noche de hospitalización y al día siguiente de nuevo a casa. El padre de la pequeña, José Manuel Sánchez, acudió al cuartel de la Guardia Civil a presentar la denuncia, que de oficio ya habían tramitado los facultativos. «Nos habían dicho que el perro estaba acompañado por una persona y no entendíamos cómo no había auxiliado a la niña».
«Pero es que no había nadie, sólo mi sobrino pequeño». La víctima recibió ayer también la visita de la dueña de Nara, que así se llama el cachorro hembra que le mordió. Es una vecina del barrio que se enteró de lo ocurrido un día después de la agresión. Asegura que no se dio cuenta que la perra se había marchado de la casa: «porque la soltó mi sobrino de cuatro años». El parque donde se produjo el ataque está justo enfrente.
«Le reñí cuando vi que Nara regresaba sin correa pero no sabía que había mordido a alguien». Al día siguiente cuando Josefa Ramírez bajó a comprar el pan, un tendero le contó lo sucedido. Por la tarde llegó la confirmación definitiva en forma de denuncia. «Me vino la Guardia Civil a entregármela a casa» . Según fuentes del Cuerpo Benemérito, la perra tiene el pasaporte de animal de compañía, pero carece de 'chip' identificativo. «Sí es cierto -reconoce Josefa- pero no se lo podíamos poner hasta que le colocaran la última vacuna. Es más, estábamos esperando a eso para llevárnosla al 'campito' que tenemos».
A la madre de la niña lo que le preocupa ahora «es que la perra tenga alguna enfermedad». A lo que le respondió Josefa que tiene el ciclo de vacunación en regla. Poco después, una veterinaria de la Junta revisaba a Nara e informaba a sus dueños del protocolo a seguir. La hija de Josefa rompía a llorar. «Nunca ha atacado y es muy juguetona con los niños, incluso cuando le hacen perrerías». Su madre la interrumpe: «No me quiero imaginar si a la niña le hubiera pasado algo. Es que no lo habría dudado: la sacrifico». Una medida que se adopta de inmediato en los casos más graves.