Una joven atraviesa un escáner de seguridad en el aeropuerto Reagan de Washington. Arriba, imágenes generadas por los aparatos. :: AFP
MUNDO

Motín contra la seguridad aérea en EE UU

Los pasajeros se rebelan contra los escáneres corporales y los cacheos exhaustivos en los aeropuertos y ponen contra las cuerdas al Gobierno

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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No bastaba con vaciarse los bolsillos, caminar descalzo por la terminal y medio desnudarse. La experiencia de atravesar el control de seguridad de un aeropuerto ha alcanzado un nuevo grado de humillación para quienes decidan rechazar el escáner de cuerpo entero que les retratará desnudos. No es obligatorio, pero la alternativa es un intenso cacheo que incluye el tacto directo de pechos, genitales y trasero incluso por dentro de la ropa. Y ahí es donde los estadounidenses han dicho basta.

El héroe que ha desatado la revuelta se llama John Tyner, un californiano de 31 años que el sábado plantó cara a la seguridad del aeropuerto de San Diego, no sin antes encender la cámara de su teléfono para grabar en vídeo el desencuentro. Cuando el agente de seguridad le ofreció realizar el cacheo en una habitación privada, Tyner respondió desafiante. «Podemos hacerlo aquí mismo, pero si me tocas mis partes voy a hacer que te detengan», le amenazó.

Por supuesto, el arrestado fue él, que perdió el avión y aún se enfrenta al pago de una multa de más de 8.000 euros. Según las reglas de la Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA), una vez que el pasajero ha sido seleccionado para los nuevos e intromisivos cacheos ya no tiene derecho a dar marcha atrás, incluso si decide renunciar al vuelo y abandonar el aeropuerto, como pretendió Tyner. El vídeo que colgó en Internet no aporta más que el audio de la conversación, ya que la cámara quedaba a su espalda, pero ha prendido el reguero de frustración que se había acumulado entre los pasajeros. Sin saberlo, Tyner ha reivindicado a todas las víctimas silenciosas que en los últimos años han sido humilladas en los aeropuertos de EE UU. Está también la estudiante de 21 años de Amarillo (Texas) cuyos pechos quedaron expuestos a la vista de todos durante el cacheo y encima tuvo que aguantar las risotadas de los agentes de seguridad. Cuando volvió a pasar por el control con lágrimas en las mejillas uno de ellos lamentó «haberse perdido» el 'show'. «Tendré que ver el vídeo», suspiró morboso.

O aún peor, las fotografías que toman los escáneres de los pasajeros al desnudo, comparadas con las imágenes reales, que según la TSA no quedan almacenadas en ninguna parte. Salvo las 35.000 que han aparecido en Florida, cien de las cuales han sido entregadas al portal Gizmodo, de acuerdo a la Ley de Libre Información. «Entendemos que hacerlas públicas puede ser controvertido», se disculpó el portal, «pero hemos eliminado todas las características que las puedan hacer reconocibles y, afortunadamente para los pasajeros que pasaron por el escáner de Florida el año pasado, esa máquina mal usada estaba utilizando la menos embarazosa de las tecnologías disponibles». Con todo, Rolando Negrin, un empleado de TSA en el aeropuerto de Miami, acabó pegándole a un compañero en mayo pasado cuando no pudo aguantar más las bromas que le gastaban por haberse revelado en el escáner que tiene un pene pequeño.

Por ahora, el Gobierno se resiste a renunciar al nuevo juguete que introdujo el Secretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff, que tiene como cliente de su empresa privada de seguridad a uno de los fabricantes. Y aunque su sucesora Janet Napolitano defienda lo inocuo del sistema, la revuelta ha llegado también al Congreso, donde ayer una comisión interrogaba al jefe de la TSA, John Pistole. El diputado Ted Poe advirtió ayer en el hemiciclo de que la nueva tecnología viola la cuarta enmienda constitucional que protege contra registros abusivos.

Radiaciones nocivas

La consigna que corre a toda velocidad por los aeropuertos del país es negarse a pasar por el escáner y exigir que el cacheo se haga en público. Algunos pasajeros van armados con una carta que circula por Internet en la que científicos de la Universidad de California advierten a la Casa Blanca de que las radiaciones de estas máquinas aumentan el riesgo de cáncer como los rayos X.

Cuando la carta desfila por los pasajeros que hacen cola en seguridad, la revuelta está garantizada y el atasco también. Al cuarto consecutivo lo normal es que los agentes se conformen con el detector de metales. Y si no se resisten, terminaba Gizmodo con sarcasmo, «estaremos encantados de ver las fotos de sus próximas vacaciones».