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El senador republicano John Thune ofrece unas declaraciones sobre las elecciones para elegir líder republicano en el Senado. :: EFE
MUNDO

El Tea Party da muestras de su poder en el estreno de la Cámara republicana

El ala más radical de los conservadores de EE UU logra acabar con el pago a los estados para ganar el voto de sus representantes, lo que aplaude Obama

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Mitch McConnell se quedó solo. Hasta el presidente Barack Obama estaba de acuerdo con la demanda del Tea Party (el Partido del Té) de acabar con las llamadas 'earmarks', apéndices que se añaden a las leyes en favor de un estado para ganarse el voto de su representante. Sólo dos miembros del partido conservador se atrevieron a apoyar a McConnell en su defensa del controvertido gasto, así que el lunes el líder republicano en el Senado se rindió.

«Sé el bien que ha salido de los proyectos que he apoyado para mi estado, así que no pienso disculparme por ello», avisó el representante de Kentucky. «Pero no hay duda de que el abuso de esta práctica ha hecho que los estadounidenses la vean como un símbolo del despilfarro y el gasto descontrolado que cada republicano en Washington está decidido a combatir», añadió.

Fue la primera intervención en el Congreso tras las elecciones legislativas del pasado día 2, en las que los demócratas perdieron el control de la Cámara baja y se vieron significativamente mermados en la alta. El anuncio de sumarse a la propuesta del nuevo líder de facto del Tea Party en el Senado, Jim DeMint, daba también una idea de la influencia que tendrá la corriente ultraconservadora, que llega al poder con la consigna de menos gobierno y menos impuestos.

Viejos hábitos

La ley que propone DeMint para vetar ese gasto añadido en forma de anexos no será vinculante, pero obligará a cada legislador a retratarse. «Los viejos hábitos son difíciles de romper», advirtió McConnell, que ha arañado mil millones de dólares (más de 732 millones de euros) para su estado en proyectos especiales que ha ido enganchando a otras leyes.

Los analistas observan que si bien las polémicas 'earmarks' suponen miles de millones en gasto público, también representan un porcentaje muy pequeño del agujero presupuestario. A eso se aferró Obama, que ha sabido navegar muy bien esta primera demanda de la ultraderecha que él mismo defendió durante su campaña presidencial.

«Aplaudo la decisión del senador McConnell de sumarse a mí y a los miembros de ambos partidos que apoyan el combate al despilfarro de las 'earmarks', algo que no nos podemos permitir en estos duros tiempos de crisis», manifestó en un comunicado. «Pero no podemos parar ahí, porque sólo representan parte del problema», agregó el inquilino de la Casa Blanca.

Las diferencias llegarán en cómo solucionar el grueso del déficit. Los conservadores se niegan en redondo a subir impuestos y defienden la extensión de los recortes fiscales que puso en práctica George W. Bush a los que ingresan más de 250.000 dólares al año (183.000 euros), pese a que sólo beneficiarían al 2% de la población. Obama se ha mostrado dispuesto a ceder en ese punto, para irritación de sus bases demócratas, pero a cambio tendrá que hacerse fuerte en la defensa de los programas sociales en los que los conservadores pretenden meter la tijera.